Capítulo 15

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—¡Elizabeth! —gritó la madre de mi amiga—, ¡compórtate como es debido delante de las personas!

Cuando se trataba del conde, era muy difícil que Lizzy pudiera contener su emoción al verlo, siempre se alegraba de poder pasar tiempo con él.

—¡Aún no te reconozco como mi hermano! —le gritó Edward—, ¡aléjate de ella!

A pesar de ese eufórico abrazo el conde no dejaba de mirarme, desvié la mirada para no empezar a ponerme roja de la pena.

—Ma... marqués Middleford, ha pasado mucho tiempo —titubeó el conde.

Vaya... no creí que el conde se pusiera nervioso frente al padre de Lizzy...

—¡Cuánto tiempo ha transcurrido, mi futuro yerno! —dijo con emoción el marqués—, sigues igual de adorable.

Lizzy era muy parecida a su padre en ese aspecto, ambos eran muy nobles y les gustaba demostrar con abrazos eufóricos su felicidad.

—¡Querido! —lo reprendió su esposa.

—Conde Phantomhive, un placer volver a verlo —le dije haciendo una pequeña reverencia—, que maravilla que haya podido liberar su apretada agenda para acompañarnos en este viaje.

—Siempre es un honor verla de nuevo, duquesa —me dijo con una nota de sarcasmo.

(...)

—¡Estaremos juntos por las siguientes tres semanas! —dijo Lizzy emocionada.

Me gustaba ver a Lizzy feliz, aunque fuera viéndola al lado del conde.

—¡Es la primera vez que estaremos juntos por tanto tiempo! —continuó—, ¡Ciel, tienes que ser mi escolta en el banquete!

El conde me dirigió una rápida mirada de decepción.

—Si... por supuesto.

—¡Yo iba a ser tu escolta Lizzy! —intervino su hermano.

—No será necesario Edward —dijo su madre—, tú serás la escolta de Alexandra ¿verdad querida?

Miré nerviosa a la marquesa, sabía que la madre de Lizzy siempre había querido que yo me casara con su hijo mayor, pero mis padres constantemente habían declinado con amabilidad aquellas propuestas.

—Claro... marquesa —titubeé.

(...)

La primera noche en el crucero cayó y había decidido quedarme en mi camarote para poder descansar un poco del ajetreado día. Harriet había insistido en acompañarme al viaje, pero dado que se había convertido en un viaje de trabajo, decidí que no viniera, además estaría en compañía de la familia de Lizzy.

Escuché a alguien tocar la puerta y me acerqué a la mirilla. Abrí en cuanto vi al conde acompañado de Sebastian.

—Buenas noches —saludó el conde—, lamento importunarla a esta hora.

—Parece que usted tiene la costumbre de ponerse en contacto conmigo a altas horas de la noche conde —bromeé—, por favor pasen, ¿le gustaría un poco de té?

—Sebastian —ordenó el conde.

—Si, joven amo.

—Dígame conde, ¿a qué debo esta inesperada visita?

—Vengo a informarle la actual situación por la que vinimos a este barco.

—En realidad mi viaje era de placer —lo corregí.

—En ese caso, espero que encuentre placentera mi compañía.

Me aclaré un poco la garganta.

Amarte en la oscuridad | Ciel PhantomhiveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora