Capítulo 59

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—¿Ya pensó en cómo le dirá al conde que espera un hijo suyo, excelencia? —me preguntó Harriet.

—Aún no lo decido... no sé cómo hacerlo —admití—. No sé cómo va a reaccionar, y tengo un poco de incertidumbre por el contrato que el conde tiene con ese demonio.

—Pero en sus investigaciones usted dedujo que el contrato no se heredará a no ser que alguna de las dos partes llegue a incumplirlo.

—Lo sé, y el conde sería incapaz de incumplir su contrato —le dije—. Pero... sólo puedo pensar en que este pequeño crecerá sin un padre.

Me quedé dándole vueltas a esa situación.

—Ni siquiera sé si el conde en algún momento pensó en formar una familia conmigo —continué—. Y dentro de dos días partiremos al hotel de playa, estando en cinta o no, quedarme aquí es un riesgo muy grande.

Le di un sorbo a mi té.

—Como siempre sus palabras son sabias, excelencia.

Me reí un poco.

—Por supuesto... debo ir a pesar de mi estado actual —susurré—. La mejor opción es que ni el hermano del conde ni Undertaker tengan más motivos para querer atacar a mi gente.

—Las pocas semanas que lleva de gestación no limitarán sus movimientos físicos —concedió mi ama de llaves.

Asentí levemente.

—Todo debe seguir de acuerdo con el plan —musité—. La única variante es que ahora estoy en cinta, de acuerdo, iré a hablar con el conde.

—¿Gusta que prepare un juego de ajedrez?

—Eso sería maravilloso —respondí—. Hace un tiempo que no tengo una partida tan estimulante como las que el conde puede ofrecerme.

—Como ordene, excelencia.

(...)

—Duquesa... sus tácticas en el ajedrez siempre me impresionan —dijo en voz baja el conde—. No creí que moviera su torre en esa dirección.

—¿Que acaso no creyó que iría por su alfil usando a mi caballo como distracción? —pregunté risueña.

—Es un movimiento inesperado sin duda, pero...

Aguarda... su peón va por mi rey... y puso a mi reina en una situación poco favorable... carajo...

—Veo que ya sabe su actual situación, mi estimada Alexandra —dijo con aires de victoria.

No... mi alfil puede acabar con su reina de un movimiento, liberando así el jaque en mi rey, con la reina tomaré su peón y lo pondré en jaque.

Le dirigí una mirada segura e hice mi siguiente movimiento.

Esa sonrisa en el rostro del conde le duró muy poco al analizar de nuevo las posiciones de nuestras piezas en el tablero.

Me levanté lentamente de mi asiento y lo rodeé por la parte de atrás del sofá, me acerqué a su oído y me aseguré de hablar en voz muy baja.

—¿Y ahora... que hará mi querido conde...?

Si pudiera leer mentes estaría segura de que el conde estaba analizando el juego para ver aunque sea una oportunidad de ganar.

Es hora...

—Creo que acaba de perder... pero... hay algo que usted acaba de ganar...

Volteó un poco la cabeza y por el rabillo del ojo me miró expectante.

Amarte en la oscuridad | Ciel PhantomhiveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora