Capítulo 47

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—El método más efectivo y veloz para atraparlos sería infiltrarnos, tal como hicimos con el circo, y atacarlos desde adentro —dijo el conde.

—Pero mientras Blavat esté ahí, la posibilidad de ser descubiertos es muy alta —objetó el mayordomo.

—Por eso necesitamos otro ángulo de ataque —intervine.

—¿Deberíamos sobornar a uno de los proveedores o empleados del establecimiento? —propuso Sebastian.

Negué con la cabeza.

—Si las negociaciones fallan, lo reportarán de inmediato a Blavat —respondí—. Y no existen garantías de que ellos mantendrán su lealtad a nosotros y no expondrán a nuestro bando.

—¿Qué sería lo mejor? —musitó.

Por la ventana del coche, vimos a Nina reprender a unos trabajadores que dejaron caer algunas cajas con su mercancía.

Vaya...

—Yo me encargaré —declaré—. Conde, por favor, tiene una cita a las ocho de la noche en mi mansión, sea puntual.

(...)

—¡Conde! —chilló Nina.

—Eso fue rápido, querida Alexandra —dijo el conde sorprendido.

—Yo solo hago mi trabajo —dije con modestia—. Por favor, tome asiento.

—Así es, el actualmente famoso salón Sphere son mis clientes, toda la ropa que usan está hecha por la sastrería Hopkins —dijo con orgullo—. Aunque a mí no me atrae en lo absoluto confeccionar ropa de jóvenes mayores de quince años... la pasión ardiente del salón me ha cautivado, así que me sentí motivada para hacer su ropa.

No cambias mi querida amiga...

—Todas las canciones y los diseños de la ropa de los cuatro s fueron creados por el joven Blavat —finalizó.

—¿Su ropa también? —preguntó el mayordomo.

—Así es, él siempre participa en las pruebas de vestuario —respondió—. No podría ser más diferente que el señor anticuado, el joven Blavat desborda un espíritu progresista y aventurero en todas sus propuestas.

Sebastian pareció goleado por las palabras de Nina.

—Pero... si el conde me ha preguntado por él... y ahora que eres su esposa mi querida Lexie... significa que debe tener un elemento intrigante.

—Me alegra que lo entiendas, seré breve —dijo el conde—. No podía esperar más de la heredera del establecimiento que ha vestido, por generaciones, a los sucesores del título el perro guardián de la reina.

—Es un honor recibir sus alabanzas.

Harriet sirvió otra vez el té.

—Sin embargo... lo único que yo sé al respecto de todo esto son las tallas individuales de los cuatro s y del joven Blavat —agregó—. Más allá de eso, solo quedan los portadores de los nombres de las estrellas, sigo sin comprender por qué no se me permite tomarles las medidas directamente a ellos, no importa cuánto suplique.

—Entonces, ¿no les has tomado las medidas a los cuatro s? —pregunté.

—Así es, no me permiten ponerles una mano encima a los otros, no importa cuánto insista.

—¡Aguarda un momento! —intervino el conde—. ¿Quieres decir que los portadores de los nombres de las estrellas no son los cuatro s?

—¿De qué está hablando? Los portadores de los nombres de las estrellas ostentan un rango muy superior a los cuatro s —respondió—. Yo me ocupo de producir los diseños de vestuario de todos, desde los cuatro s hasta los demás.

Amarte en la oscuridad | Ciel PhantomhiveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora