Habían pasado algunos días y los sirvientes habían estado descansando y disfrutando un poco el hecho de estar encubiertos por mí, el conde había dormido bastante en los últimos días, su mayordomo no había hecho mucho mientras su amo dormía.
Estaba segura de que desde que había adquirido su título y su deber como perro guardián no había podido descansar adecuadamente.
Me deleité con verlo dormir plácidamente, sus pestañas acariciaban su rostro con delicadeza, y tenía una respiración tan pacífica. Como ninguno de sus sirvientes, a excepción de Sebastian entraba a su habitación, el conde no llevaba su parche puesto, no pude evitar imaginarme el momento en el que despertara y me mirara.
Le peiné un poco su cabello y por un instante me sentí triste al recordar todo el daño que había sufrido desde pequeño, había llevado su dolor en silencio toda su vida, y nadie se atrevió a comprenderlo.
Estará bien mi querido conde, todo estará bien.
—¿En qué piensas?
Me volteé rápidamente y nuestros ojos se encontraron.
—No lo había visto dormir tan plácidamente desde lo sucedido en el circo —respondí—. Me da gusto que pueda descansar.
—Admito que no había descansado así en mucho tiempo.
—Me alegra...
En un rápido movimiento me subió a la cama y me colocó encima de él, por inercia apoyé mis manos en su pecho para no perder el equilibrio.
—¿Qué está haciendo?
—Permítame admirarla en todo su esplendor.
—¿Admirarme?
Se levantó apoyándose de sus brazos y quedó sentado frente a mí.
—Dese la vuelta —me susurró.
Me aclaré un poco la garganta y me di la vuelta. Sentí sus frías manos rozarme el cuello y mi cuerpo se estremeció un poco. Escuché claramente comenzó a desabrochar los botones de mi vestido, y de inmediato la temperatura de mi rostro subió.
La respiración del conde me llegó a la nuca y fue dejando suaves besos en mi cuello, pocos segundos después me despojó de mi vestido y me quedé con una suave tela cubriendo mi cuerpo. Sentí que el conde se levantaba de la cama y me tomo de las manos para ayudarme a pararme, me acerqué con cautela a su traje y lo miré expectante.
Él asintió y desabroché con cuidado los botones de su camisa, se deslizó por su cuerpo, y por un momento me detuve a ver su delgado cuerpo, se acercó para que hiciera el mismo ritual con mi camisón. Antes de que pudiera encogerme un poco apenada, el conde me tomó del rostro y me besó con suavidad. Caminamos lentamente hacia la cama y me recostó en ella.
Lo vi desabrocharse el pantalón y se colocó encima de mí, no hubo previo aviso, jadeé con fuerza cuando lo sentí dentro de mí. Entrelacé mis brazos en su cuello y comenzó a moverse con determinación, vi que el conde apoyó una de sus manos en la cabecera de la cama. Arqueé mi espalda y me dejé llevar por una sensación que había extrañado los últimos días.
No era capaz de enfocar todo lo que estaba a mi alrededor, sólo podía sentir sus manos sobre mi cuerpo, recorriéndolo como si siempre hubiera sido suyo, comprendí que nuestros cuerpos encajaban a la perfección, gemí de placer y el movimiento de sus caderas aumentó mucho más.
Sus rugidos me llegaban a los oídos y cuando abrí los ojos lo besé con fuerza, después de unas embestidas más, llegué al más alto punto de éxtasis y me entregué al clímax. Nuestras respiraciones estaban agitadas, pero lo pude ver sonreír de la forma más pura y real posible y eso era más que suficiente para mí.
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Amarte en la oscuridad | Ciel Phantomhive
FanfictionCada heredero de la familia Hastings ha arrastrado el hecho de morir al cumplir los 35 años, por el simple hecho de tener humanidad y reusarse a ser algo que no representa su ducado, pero ese hecho se desvanece cuando Lizzie hace reír a Alexandra en...