Capítulo 14

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Lizzie lloraba desconsolada en mi regazo, llevaba más tiempo conociendo a Sebastian y siempre lo había visto como alguien muy importante para el conde.

Delante de nosotros Baldroy y Agni cargaban con respeto y tristeza el féretro de Sebastian, lo colocaron con delicadeza en el hueco sobre la tierra y enterraron al mayordomo.

—Creo que al conde le hace falta un poco de consuelo —le dije a mi amiga.

—Tienes razón... —sollozó—, ¡Ciel!

No podía negar que los días que estuvimos en el circo habían hecho del conde un mejor actor, si no supiera la verdad a mí también me habría engañado, me limité a observar cómo Lizzie abrazaba con fuera al conde, haciendo su mejor esfuerzo por apoyarlo en este momento.

—¡Sebastian es un mentiroso! —chilló—, ¡él había prometido que nunca te dejaría solo!

—¡No llores Ciel! —dijo el príncipe Soma uniéndose al abrazo—, ¡nosotros siempre estaremos a tu lado!

—¡Siempre, siempre!

A mi alrededor noté como los sirvientes del conde lloraban la pérdida de su compañero, sabía que le tenían mucho aprecio.

El conde tiene a su lado valiosas personas...

—Estoy seguro de que él estaría feliz si los escuchara decir eso —dijo el conde.

—Es hora de volver —anunció Baldroy.

Comenzamos a caminar de regreso a la capilla cuando escuchamos la campanilla de la lápida de Sebastian sonar.

—¿La campanilla de la tumba está sonando? —preguntó Finnian—, pero si no sopla el viento.

—Vaya, vaya, me preguntó si deberían permanecer todos tan tranquilos —bromeó Undertaker—, si la campanilla suena... es porque él está vivo.

—¡Sáquenlo ya! —ordenó Baldroy.

A una velocidad impresionante los sirvientes volvieron a destapar la tumba, y abriendo esperanzados el féretro dejaron ver a Sebastian completamente intacto.

—Que bien —dijo—, al fin me sacaron de ahí.

Los sirvientes, incluyendo a Lizzie se avanzaron sobre el mayordomo, esta vez con lágrimas de alegría en sus ojos, suspirando y llorando aliviados de que Sebastian no haya muerto de verdad.

—¡Idiota! ¡Creí que había perdido a otro compañero!

—¡Sebastian qué alivio!

—¡Qué alivio haber puesto una campanilla! —exclamó Undertaker.

—¡Es un milagro! —dijo Agni—, ¡oh dioses! ¡Se los agradezco!

(...)

—Harriet ¿cómo resultó el entrenamiento de los sirvientes?

—Hubo resultados fructíferos excelencia —respondió mi ama de llaves—, una clase fue suficiente para aprender las nuevas habilidades que requiere su nuevo título.

—¿Una clase? —pregunté sorprendida—, eso es... interesante, por favor que hoy tengan una maravillosa cena.

—Por supuesto excelencia.

Por las puertas del estudio entró uno de mis sirvientes con la correspondencia del día.

—El correo excelencia.

—Te lo agradezco.

Revisé los sobres de las cartas y el corazón me palpitó cuando reconocí el sello de la familia Phantomhive. Abrí el sobre y el contenido me hizo esforzar una pequeña sonrisa.

Amarte en la oscuridad | Ciel PhantomhiveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora