NARRA ALBERT GUZMÁN
Mario me llevo a casa para que descansara, me ayudo a apearme del auto, entramos juntos, un guardia nos abrió la puerta, me dejo sentado en un sofá de la sala y me indago.
—Comandante, ¿está bien aquí? O lo ayudo a subir hasta su habitación
Una voz con un dejo de autoridad se escuchó, como si estuviese enojado
—¡No!, yo lo llevo si es preciso, gracias por su amabilidad, puede regresar a su trabajo, por favor
Mario solo se despidió y se fue, el dueño de esa voz se me acercó para hablarme con preocupación al notar la mancha roja de mi camisa.
—Señor Albert, ¡está herido!, ¿desea tomar algo?, ¿le ayudo a subir?
Erick se comportaba como si nadie más tuviera opción para atenderme, parecía como si fuese mi mayordomo o quizá tomándose atribuciones, yo solo lo observaba lo solícito que estaba, su mirada era penetrante, en ese momento solo quería descansar y le hable.
—Solamente quiero ir a dormir
Estaba por levantarme y justo en ese instante me dolió el rozón entonces me queje, Erick salto a sostenerme y pidiendo con cautela.
—Espere señor Albert, lo ayudo, no debe hacer fuerza
Me dejé llevar, subimos la escalera muy despacio, sentía sus brazos rodeándome mi cuerpo, sosteniéndome para subir cada escalón, al llegar arriba no me soltaba, llegamos a mi habitación, me soltó para abrir la puerta totalmente y regreso para sostenerme y dejarme sentado en la cama, allí me quede hasta que se fue a cerrar la puerta, regreso y acomodo la cama para que me acueste, me sostuvo con fuerza hasta que ya estuve acostado, me saco los zapatos, me aflojo el pantalón, me desabotono la camisa, me acomodo la almohada, me tapo con el edredón mientras decía.
—Duerma, yo cuidare que nadie se acerque a molestarlo, más tarde voy a recoger a los niños de la escuela, se los traeré cuando se despierte, no se preocupe, los tendré ocupados para que no le hagan ruido
Yo me sentía halagado, cuidado, sin querer lo compare con mi gordis, tan linda, esa era la forma en que me cuidaba, cuando termino de dejar todo listo, simplemente le acote.
—Gracias, Erick
Cerré mis ojos para dormir, porque en verdad que tenía sueño, las medicinas tenían ese efecto de somnolencia, escuche la puerta, cerrarse muy despacio y el clic al poner llave, creo que me dormí de inmediato, tuve un bello sueño, mi esposa había regresado ya, la familia estaba completa, fuimos al campo para correr todos juntos, las risas, mi gordis riéndose mientras corría y el viento hacía ondear su largo cabello, mis hijos tras ella llamándola y riéndose, yo solo los miraba lleno de felicidad.
Después cambio el ambiente, parecía una película y yo el espectador, vi a mis hijos que estaban con Erick en la sala mirando televisión, después me vi dentro de mi habitación y llego a mis oídos una voz de mujer que canturreaba en la ducha, reconocí esa voz era de mi esposa, me desnude y me metí al baño, ella me recibió con todo su amor, allí dentro nos besamos, nos amamos como nos gustaba hacerlo.
La saqué del baño cargándola en mis brazos, besándola en el trayecto a la cama, así destilando agua nos acostamos en nuestro lecho para volver a hacer el amor, ella me montaba con delirio, me hacía gozar, a ratos yo la montaba y la embestía como bruto, sin embargo, recibía sus gemidos que amo hasta que nuestro clímax llego, jadeantes nos acostamos para seguir besándonos y la abrace de cucharita para dormir, ese fue un bello sueño, porque desperté y al abrir los ojos estaba en mi cama, toque a mi lado, pero estaba vacío, aun así, sonreí porque aunque sea en mis sueños, mi esposa amada está aquí a mi lado.
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SIEMPRE MI SUMISO
RomansaElla infiltrada en las filas de un narco para engañarlo y lograr su captura, su esposo la espera con ansias y deseos de volver a ser sometido por ella, a pesar de ser un hombre dominante con las mujeres, solo su esposa le hace besar sus pies, anhela...