CAPITULO 51

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NARRADOR

La caravana se había detenido en un sitio específico de la reunión, Julián, Luis, Amín, Cortázar y los demás hombres de Sarmiento habían salido de sus vehículos, los hombres armados se situaron en lugares determinados para repeler cualquier ataque. Los socios y amigos del narco se acercaron a Él para hablar. El primero fue Cortázar sin dejar de observar con su mirada feroz a Lucy

—Antonio, ya todos estamos listos, (sin quitar la mirada encima de Lucy conminó) Sé que parece que no tuviera importancia mis presentimientos, pero...

Sarmiento de inmediato lo interrumpió vociferando enojado

—Otra vez la burra al trigo, ¡basta ya! Me estás hartando con tus pendejadas, ¡maldición!

Sin embargo, el hombre estaba visiblemente nervioso, se notaba como sus manos se movían continuamente y para su desgracia, Lucy estaba casi detrás de su amigo alejada de su visión, pero lo miraba con una leve sonrisa sardónica causándole temor, porque estaba seguro de que ella no era quien dice ser y eso más lo ponía nervioso. Titubeo para hablar

—Anto... nio, por favor, yo... creo que esto, es una ... trampa

Amín lo observaba fijamente, escuchando cómo su voz temblorosa salía de la boca de su amigo, entrecerró sus ojos comenzando a llenarse de dudas, ya no estaba tan seguro de la situación, volvió a fijar los ojos en Sarmiento que replicó con fuerte voz

—Escucha idiota, mi soplón me informo que ese cerdo va a cazarme, por eso, traje a todos mis hombres para protegernos, ¡No soy ningún estúpido! Sé a lo que me voy a enfrentar (se acercó peligrosamente a su socio, señalándolo con su dedo índice) Si sigues con tus cosas, ¡yo mismo te pego un tiro en esa maldita cabezota!

Cortázar retrocedió dos pasos al oírlo amenazante, conocía al narco que cuando amenazaba no era en vano, simplemente manifestó

—E... esta bien, iré a... mi puesto

Lucy aprovechó para sonreírle abiertamente a Cortazar, que al notarla apresuro el paso para alejarse de ahí, Amín, en cambio, no se había percatado de nada, solo se despidió de Sarmiento para acompañar a su amigo, le puso la mano en el hombro y lo iba tranquilizando. El narco se dio vuelta para decirle algo a Lucy cuando la vio acicalándose el cabello y sus ojos se iluminaron al verla tan sensual que no se aguantó para decir

—Se te ve tan hermosa

Ella al oírlo y verlo que más parecía un perrito faldero enamorado acotó alegre

—¡Gracias!

Un leve ruido de motores se escuchó y eso hizo que el narco exclamara

—Ya llegaron los compradores, vamos, mi amor

Ella dejó de arreglarse el cabello para acompañarlo toda sonriente, alegrando el corazón del narco, tomo el brazo de Sarmiento para entrelazar el suyo con el brazo de Él. Ambos caminaban hacia el frente para recibirlos. Los compradores bajaban de sus vehículos para finiquitar la compra, detrás de ellos venían dos camiones llenos de hombres armados que de inmediato se bajaron para asegurar el perímetro

Cuando llegaron, saludaron con todos estrechando las manos, Sarmiento les daba especificaciones de la mercancía, señalando que cada tráiler lleva la mercancía de cada comprador con su nombre en la puerta del mismo. Uno de ellos conminó con voz segura

—Antonio, sabes que confiamos en ti, sin embargo, en los negocios es mejor asegurarse así que, ¿podemos revisar nuestra mercancía?

El narco contestó con seguridad

SIEMPRE MI SUMISODonde viven las historias. Descúbrelo ahora