CAPITULO 31

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En cuanto llegamos a la clínica me baje de inmediato para entrar y preguntar en información sobre Albert, la enfermera me dijo que todavía estaban revisándolo los médicos, que debía esperar en la sala de familiares para hablar con uno de ellos. Caminé hasta ese sitio y atisbé al señor Francis que estaba sentado allí, moviendo nerviosamente sus piernas y manos, su rostro reflejaba mucha preocupación, eso me dio mala espina, sin embargo, me le acerqué saludando e indagando

—Buenas noches, ¿se sabe algo del señor Albert?

Me miró y vi sus ojos estaban muy irritados como si hubiese estado llorando, me respondió

—Buenas noches, no se sabe nada, todavía está allá adentro, ya tienen mucho tiempo con Él y... no sale nadie para informar nada

Le pregunté con curiosidad como sucedió todo, me narro un poco lo que sucedió, de cómo lo encontraron inconsciente y muy golpeado, me dijo que apenas habían escuchado un leve ruido, que entonces fueron a investigar, que se internaron en el follaje y no encontraron nada. Que con sumo cuidado lo levantaron del suelo para traerlo a la clínica y que no ha salido ningún médico a decir nada, fue entonces que exclamo conmocionado

—Yo... yo estaba cerca y... no escuche nada, ¡Mierda!, no pude ayudarlo, me llamaron hace unos minutos para informar que encontraron sendas huellas de unos zapatos deportivos que llegaban al sitio en donde se encontraba el comandante, que siguieron las huellas y llegaban hasta otras huellas de unas ruedas grandes e intuyeron que era el vehículo en donde el agresor llego y se fue después de la agresión

Yo exclamé muy irritado y con certeza

—Entonces sabían que Él iba a estar solo, esto fue una maldita trampa, pero ¿están seguros de que fue una sola persona?

Me respondió después de sorber la nariz y limpiarse algunas lágrimas con su pañuelo

—Sí, porque por las medidas de las huellas intuyeron que o era un hombre pequeño o era...(hizo una leve pausa para decir) una mujer, me enteré de que ese narco tiene a una guardaespaldas que era una famosa peleadora en arenas clandestinas y estoy sospechando que fue esa mujer, porque por el hundimiento de las huellas calcularon su peso y su contextura y... parece que fue ella

Se levantó enojado para decir

—Estoy sospechando que sí fue esa mujer, porque pudo lastimar al comandante y todos sabemos que es un buen peleador, sin embargo, esa tal ehm, cómo era su nombre? (otra vez un largo silencio mientras trataba de recordar ese nombre), oh, ya recordé, se llama Beibilú, creo que es su nombre artístico, su verdadero nombre nadie lo conoce

Me miro para decir con tristeza

—No pude hacer nada, estuve ahí casi a su lado y... no pude auxiliarlo, ayudarlo, ¡mierda!, soy un inútil

Se sentó, agacho su cabeza y balbuceo unas palabras en voz baja que si alcance a escuchar

«¿Por qué lo hice?, no podía negarme a nada, no sé si decirle o no lo que me está sucediendo, Dios mío, tengo miedo»

Dijo otras palabras más que no alcance a escuchar debido a que un médico asomo en la sala de espera preguntando

—¿Familiares del comandante Guzmán?

Me acerqué rápidamente respondiendo

—Soy el niñero de sus hijos, la esposa del comandante está de viaje, por favor, dígame ¿Cómo se encuentra Él?

Me informo que tenía dos costillas rotas, golpes muy fuertes en el pecho y piernas, que había recibido un muy fuerte golpe en su mentón, que ya estaba en cuidados intensivos. Le pregunté con ansiedad al médico si podía ir a verlo, me dijo que solo me daría cinco minutos, que debía descansar porque le habían dado sedantes para el dolor, que por hoy observarían su reacción y mañana podría recibir visitas, me llevo hasta donde se encontraba Albert, me abrió la puerta y entre

SIEMPRE MI SUMISODonde viven las historias. Descúbrelo ahora