CAPITULO 14

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El Sol estaba muy alto, muy caliente, opte por sacar a Luciano del establo para cabalgar un rato, como me vestí con unos shorts cortos con una camiseta oscura, salimos hasta cerca de una arboleda, lo desmonte, lo deje suelto para que pastara, camine un poco hasta un montículo, me subí encima para pararme y ver el hermoso paisaje que desde allí se divisa, las reses pastando, algunos caballos corriendo, hombres por doquier trabajando.

Bostecé largo y tendido, porque de verdad que me había sobrepasado con el almuerzo, me sentía muy llena, me estiré un poco para que mis músculos se aflojaran, baje de ese montículo y comencé a caminar hacia un lugar despejado, observaba el cielo despejado, la brisa golpeaba mi rostro, cerré mis ojos unos momentos y sonreí al ver en mi mente a mi adorado esposo mirándome y brindándome una bella sonrisa, saludándome y mandándome besos volados como siempre hace

Estaba tan sumida en mis recuerdos que no escuche nada, solo sentí que me abrazaban por detrás y me saludaban con voz apasionada.

—Hola, ¿me extrañaste?

Mi reacción natural fue de defensa y solo agarre a la persona que se atrevió a abrazarme de sus manos y hacerlo volar por encima de mi cuerpo haciendo que cayera frente a mí y yo en posición de defensa, entonces vi a esa persona retorcerse de dolor y exclamar un poco aturdido.

—Ay, me due... le, debí anunciarme pri... mero, carajo que dolor

Como estaba de espaldas, todavía no lo reconocía, entonces le indague con premura y con enojo

—¿Quién es usted? Y ¿qué hace aquí?, hable, maldita sea

La voz que me respondió me hizo reconocer al instante de quién se trataba

—Es... peraaa, soy yo, An... tonio

Cuando ya lo vi más detenidamente resople para mis adentros, así como estaba vestido jamás lo iba a reconocer, pues nunca lo había visto trajeado de esa manera, se lo dije de inmediato muy enojada.

—Pero... ¿Cómo mierda se le ocurre vestirse con eso?, creí que... era uno de esos atrevidos de los tráileres, ya sabe lo que paso esa vez, un poco más y no la cuenta, don Antonio

Le ayudé a levantarse a pesar de sus quejidos del golpe que le di, me miraba risueño y con su semblante con un rictus de dolor, soltó una pequeña risita para decir.

—Quise dar... te una sor... presa y el sorprendido fui yo

Ya no me aguante la risa al verlo todo adolorido y vestido de esa manera, todo sucio y por ese olor fue mi reacción, olía a aceite, a caucho, a grasa, traía puesto ese overol gris, todo sucio, se agarraba el brazo, pero igual que yo se puso a reír, se fue sacando ese sucio ropaje y se quedó con la que en realidad llevaba puesta, una camisa azul marino, pantalón negro y zapatos negros, fue entonces que me llego a mi nariz su perfume.

Cuando quedo bien vestido acorto risueño alzando sus manos

—Lucy, ahora si soy yo

Sonriente le respondí

—Bueno, lo hubiese reconocido por su perfume, aunque igualmente no lo hubiese dejado que me abrazara, yo no le he dado esa confianza todavía

Me miró fijamente para exclamar

—Dijiste ¿todavía?, o sea que... ¿Aún tengo esperanza?, ¡que bien!

Abrí mi boca en una gran O y después proseguí a preguntar

—¿Cómo hizo para que su caballo no hiciera ruido?, porque no escuche sus cascos para nada

Camino un poco hasta su alazán, tomo las riendas en sus manos y menciono

SIEMPRE MI SUMISODonde viven las historias. Descúbrelo ahora