CAPITULO 35

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SIGUE NARRANDO ERICK

—Dios mío, ¿qué hago ahora?, ¿cómo le explico?, me van a despedir, me van a alejar de Él

Entre al ascensor y saque el aire de mis pulmones que los había retenido desde el susto, ya no pude retener mis lágrimas, las muy resbaladizas salieron de mis ojos, mi corazón palpitaba a mil por hora, mis nervios los tenía de punta, ansiaba llegar ya a la casa, necesitaba decírselo a Carmen, estoy seguir de que ella me ayudará. Las puertas se abrieron y salí a toda prisa, agarre un taxi para regresar a casa, miraba los edificios que pasaban frente a la ventanilla del auto, suspiraba mucho, la angustia me estaba carcomiendo, hasta que vi que llegábamos a la mansión, le pague al taxista e ingrese, los guardias me saludaban y yo apenas les contestaba. En cuanto abrí la puerta y di un paso dentro, los niños parecía que me esperaban porque los vi correr hacia mí gritando

—Erick, ¿Dónde estabas?

—Te extrañábamos, Erick, ¿sabes dónde está mi papá?

Esa pregunta no me la esperaba, creí que Carmen algo les había informado, al mirarla negó con su cabeza, entonces les di mis manos para que me acompañaran hasta la sala, los hice sentar para explicarles la situación de su padre, me oían con mucha atención todo lo que les decía, solo les narre en forma general como lo hirieron y que estaba en la clínica ya sin peligro, que quizá mañana venga a casa, pero todavía había que cuidarlo hasta que se reponga y vuelva a estar bien para amarlos y abrazarlos

Se levantaron para abrazarme y respiraban muy rápido, los escuchaba, sin embargo, cuando se alejaron fueron hasta la cocina y me trajeron un jugo que sacaron de la nevera, entonces dijeron que iban a su habitación a jugar. Se despidieron con un tierno beso y subieron corriendo la escalera. Los miraba con cariño hasta que Carmen se sentó a mi lado para preguntarme

—Erick, ¿paso algo en la clínica?, desde que llegaste te noto que estás muy nervioso y parece como si estuvieses asustado

La miré a los ojos para soltar

—Carmen, los padres de Albert, llegaron a la clínica y... (solloce un poco gimoteando para decir) me vieron que bese a Albert que estaba dormido

Ella casi grita de la sorpresa, se tapó la boca para exclamar

—¿Qué?, Dios mío, Erick, eso es muy grave, por Dios, ¿no pudiste contenerte?

Le recalqué nervioso

—Estaban de viaje Carmen, nunca pensé que llegarían tan temprano, dijeron que llegaban mañana.

Se levantó para dar algunos pasos y volver a preguntar

—Y ¿Qué pasó? Dime

Le dije que el padre de Albert me saco a rastras y me ordeno venir a casa, que más tarde hablaría conmigo y su esposa le pedía que disimule que no haga escándalos en la clínica,

—Por eso estoy aquí. Carmen, tengo miedo que me alejen de mis niños, de Él

Ella se quedó en un molesto silencio por varios minutos, hasta que se sentó a mi lado y me acoto

—Debes decirles la verdad

Me levanté como resorte lleno de susto

—No puedo, ese hombre me va a golpear

Carmen me insistió con mucha seguridad

—Solamente diles la verdad, llévalos al despacho del señor Albert, que nadie más escuche su conversación, pídele que esperen a que se recupere y que hablen con Él también

SIEMPRE MI SUMISODonde viven las historias. Descúbrelo ahora