CAPITULO 25

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Llegó la tan ansiada noche en que quería darle la sorpresa a mi esposo. Gerardo y Amanda salieron a divertirse, Luis me iba a ayudar para irme de la hacienda, por el celular me mando sendos mensajes de cómo hacer para salir en forma incógnita de allí. Por el establo había una salida secreta, entre por esa puerta camuflada y caminé un buen techo saliendo directamente al estacionamiento de atrás en donde estaba Luis esperándome con uno de los autos del narco

A Él le había pedido de favor que no le diga nada a Albert, estaba contento de que le iba a dar una bella sorpresa a su jefe, porque me menciono que a veces dudaba de mí, ya que me veía como si estuviese realmente enamorada de Sarmiento, le comente que era solamente una parodia para tenerlo comiendo de mi mano, se carcajeó diciéndome que a veces el narco le hablaba de mí en forma enamorada, que le preguntaba si podía ayudarle con algún presente queme gustara, porque no sabía cómo halagarme

En la carretera yo hablaba y hablaba de mi encuentro con mi esposo, estaba eufórica, tanto que se me aflojo mencionar algunas cosillas eróticas que le haría a Albert, en cuanto me percaté de mi imprudencia me sonroje y esto hizo que Luis se carcajeara y expresara

—Jajajaja, usted está muy enamorada del jefe, y Él de usted, no para de hablar de usted y se la pasa preguntando si se encuentra bien, está muy preocupado, ya quiere que se acabe su misión para estar nuevamente juntos los dos. Creo que lo de hoy va a ser el mejor regalo del mundo para el comandante, la añora

Luis encendió la radio y busco una emisora, cantábamos algunas canciones románticas a viva voz, llegamos a la ciudad, cada vez más cerca de mi amor, mi corazón comenzó a latir a toda prisa de la emoción de verlo, de ver su cara de sorpresa cuando me vea. Por Dios que me estoy muriendo de ganas de llegar lo más rápido posible, unas cuadras atrás de mi casa entramos a un estacionamiento privado, dejamos el auto del narco allí y subimos a uno rentado, salimos para seguir nuestro camino a la felicidad

Cuando llegamos hasta los portones de la entrada, el guardia bajo para revisar e indagar quienes éramos, pero en cuanto me vio su semblante se iluminó y me saludo amenamente, sin embargo, le pedí encarecidamente que no informara nada de mi llegada y lo que me contesto me pareció muy extraño

—El señor les dio permiso a todo el personal para esta noche, solo quedamos dos guardias y Carmen también se fue, ehm... se llevó a sus hijos con ella, no nos dio ninguna razón, eso debe de saber el jefe

Le respondí que no importaba, que yo le preguntaría a Él en persona, que no se preocupara, se fue y nosotros ingresamos, le pedí a Luis que si quería se quedara en la sala comiendo algo y viendo televisión, que me espere para regresar hoy mismo a la hacienda, porque no podía dejar mucho tiempo sola mi habitación, más que todo por los que estaban allá y debía cuidarme de Amanda, que no sospechara nada de mí

Entramos a la casa, Luis se fue hacia la cocina y yo comencé a subir las escaleras, estaba muy feliz, al fin, al fin estaba en mi casa, aunque sea por unas horas y estaba ansiosa de verlo, sabía que estaba aquí, llegue a la parte de arriba, me pareció escuchar risitas, pero no le di importancia, supuse que era la televisión, seguí caminando por el pasillo estaba aproximándome a mi habitación cuando mis ojos vieron algo que hizo que mi corazón se estrujara, casi explotara

A un lado de la puerta de entrada estaban Albert con Erick totalmente desnudos, mi esposo lo tenía empotrado contra la pared follándoselo, besándolo con pasión, a cada momento le decía «me gustas carajo», las piernas de nuestro niñero rodeando la cintura de Albert, mientras su cuerpo se bamboleaba de arriba hacia abajo por las embestidas de su amante

Solo trate de que no me vieran, porque entre risas entraron a la habitación, yo me acerque a la puerta para seguir mirando, lo acostó encima de la cama para seguir follándolo, Erick le decía que lo amaba, pero Albert no le respondía, yo estaba deseosa de oír su respuesta, quería saber lo que Él sentía por su amante, me quedé allí viendo y escuchándolo todo hasta que terminaron. Mi esposo se acostó, en cambio, Erick se le montó encima para seguir besándolo mientras las manos de Albert lo acariciaban

SIEMPRE MI SUMISODonde viven las historias. Descúbrelo ahora