CAPITULO 23

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NARRA LUCY (alter ego de Fanny)

Estaba llena de asombro y deslumbrada al ver y reconocer la astucia del gran Antonio Sarmiento, mi padre, mi hermano, mi esposo y yo, simplemente creíamos que transportaba mercancía ilegal y aquí estoy yo, observando con mis propios ojos la verdadera carga, la mercancía más valiosa de todo el mundo, ese polvo blanco maldito que daña a tantas personas ingenuas que se dejan llevar de las mentiras que les meten en la cabeza los distribuidores de esto

Era un hangar completo, allí abajo había avionetas grandes que estaban estacionadas a lo lejos, mucha gente pernoctaba por allá, al verme que observaba con curiosidad el narco enamorado se jactó

—Oh, estás viendo mis avionetas, esas las uso para transportar por aire, pero solo hasta los submarinos de Amín, en esas no va esta belleza blanca, no señor, en esas avionetas van, ehm, ¿Cómo decirlo?, mmmm, ah ya sé, los dulces para caballeros, hay de todos los sabores, chocolate, leche, limones maduros, para todos los gustos

Lo miré sin entenderlo y le indagué curiosa

—Antonio, no te entendí nada de lo que me dijiste, creo que me hablaste con referencias, ¿puedes hablarme claro?

Me miró risueño para decir

—Qué te parece si... mejor te lo demuestro, mi amor, jajajajaja, vamos, acá están alojados los dulces

Llegamos hasta una pequeña villa, me extraño, porque me pregunté, ¿para qué una villa aquí abajo?, mi mente no procesaba en ese momento nada, mi imaginación era nula, simplemente me deje llevar, afuera estaban algunos hombres armados resguardando la puerta de entrada, se hicieron a un lado, en cuanto lo vieron, saludaron para moverse, el narco abrió la puerta, lo que vi fue una bella estancia con muebles hermosos y unos cuantos cuadros

Me menciono que los cuadros eran de pintores famosos y que eran valiosos, eran regalos de clientes, sin embargo, cuando viramos para ver lo que seguía, un largo pasillo asomo y muchas puertas pintadas de café, llegamos ante una de ellas y vi lo que había adentro porque la mitad de esa puerta era de vidrio, un golpe fuerte escuche que fue dado por algunas personas que estaban allí adentro, algo gritaban, sin embargo, no se escuchaba nada

El narco me pregunto

—¿Qué te parece esto?

Miraba a os que estaban encerrados allí adentro, gritaban desesperados, algunos lloraban, otros golpeaban el vidrio, entonces le exclame

—Estas personas están encerradas, ¿por qué Antonio?, ¿acaso te hicieron algo?, ¿son tus enemigos?

Recibí de contestación una gran carcajada para después decirme

—Jajajajaja, No, no, son los dulces que te mencione

No comprendía muy bien todavía, volví a observarlos, hasta que caí en cuenta de algo. Todos son de buen cuerpo, son atractivos, de buen físico, pero, eran hombres jóvenes, más curiosa hablé

—Antonio, tú dices que son dulces, pero, si fueran mujeres, quizá entendería, pero... ¡Son hombres!, ¿qué haces con ellos?

Me dio la mano para seguir caminando hasta llegar a otra puerta y acoto

—Mira por acá

Miré por la parte del vidrio y observé a varias mujeres jóvenes, muy hermosas, algunas estaban paradas, otras sentadas en camas, otras en sillas, solo estaban allí, sin llorar ni nada, cuando nos vieron, unas no nos quitaban la vista de encima, en cambio, otras, se viraban dándonos la espalda

Eso me pareció muy extraño, ya que la mujer por naturaleza tiende más a sufrir, a llorar cuando la tienen encerrada de esa manera, por lo que le pregunte

SIEMPRE MI SUMISODonde viven las historias. Descúbrelo ahora