CAPITULO 17

22 2 1
                                    

Allí parada teniendo frente a mí a Sarmiento sosteniendo en sus manos un anillo de diamantes y a tres testigos que no me quitaban de vista esperando mi respuesta, yo estaba sin decir nada por qué solo me importaba la opinión de una sola persona y estaba detrás de los otros dos sin quitarme la mirada de encima, mi corazón me dolía en ese momento, debía dar una respuesta, entonces volví a mirar al narco enamorado y comencé a hablar

—Antonio, creo que... (hice una larga pausa de silencio), este no es el momento de pedirme esto, estás tomado, hasta acá me llega tu aliento a trago

Mire hacia afuera y ya no estaba Albert, me quede con la duda de que si me escucho lo que acababa de decirle al narco, creí que a lo mejor si escucho y por eso se fue, Sarmiento me miro para decir

—Bueno, si he tomado, pero lo que te estoy preguntando viene desde adentro de mi corazón Lucy, por eso me dio coraje que el patán de Zaragoza quiso besarte

Le respondí

—Yo podía controlarlo y lo sabes, no debiste dar ese espectáculo Antonio

Se me acerco mucho más para decirme ansioso

—¡Acéptame Lucy!, por favor, te amo

Lo miré a esos ojos tristes para responder muy segura y con mi rostro sin sentimientos

—Antonio, has olvidado algo, yo dije que debías enamorarme y... bueno, todavía no lo logras y por eso no puedo aceptarte ese anillo y tampoco el de ser tu novia, caso cerrado, ehm..., ¿volvemos a la fiesta?

Su rostro de decepción fue inolvidable y Gerardo que sazono ese instante con unas palabras de reclamo

—¡Te lo dije Antonio!, te dije que no te apresuraras, que todavía no era hora, pero no... dale a hacer todo lo contrario, te advertí que lo que dizque la salvaste de Zaragoza... ¡No contaba para nada!

Amanda intervino tratando de callar a su novio

—Gerardo, por favor, cállate, mira cómo lo pusiste a Antonio

El narco estaba con su cabeza agachada y el anillo en el puño de su mano, se notaba que temblaba un poco, sin embargo, seguía allí parado frente a mí, entonces yo indague de nuevo ansiosa

—¿Vamos o no vamos a la fiesta?, quiero divertirme, quiero bailar, carajo

Fue entonces que paso algo que no me esperaba, me descuide por un instante, confiada en que el narco estaba sintiéndose mal por mi respuesta negativa, solo sentí que me jalo para apegarme a su cuerpo y besarme, fue un beso profundo, un beso tan lleno de deseo que me dejo sin poder moverme, sentía su lengua navegando por dentro de mi boca, no puedo mentir que me sentí bien, ese beso se parecía a los de mi esposo, un beso lleno de amor, de deseo de lujuria, de posesión

Me estaba besando frente a mi hermano que me miraba con sus ojos bien abiertos sin poder creerlo y Amanda que se puso a saltar de alegría mientras gritaba con su voz chillona

—Lo hizo, lo hizo, jajaja, se atrevió a hacerlo

Yo estaba con mis brazos hacia abajo, no actuaba para nada, cuando dejo de besarme para mirarme a los ojos y me musito

—Te amo Lucy, de verdad te amo, yo... estuve conteniéndome desde esa vez en el río, pero... ¿Qué me dices ahora?, ¿sentiste algo cuando te besé?

Solo lo miré fijamente y sentí que había tocado mis labios sin mi permiso, que me había besado sin mi consentimiento, entrecerré mis ojos del coraje que sentía en ese momento, no sé exactamente que semblante habré puesto porque ni siquiera pronuncie una palabra y el narco comenzó a caminar hacia atrás diciendo aterrado

SIEMPRE MI SUMISODonde viven las historias. Descúbrelo ahora