CAPITULO 56

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NARRA FANNY

Al fin estoy en casa, pude sentir el calor hogareño y ver de nuevo a mis adorados hijos, me lleno de amor mi corazón. Lo primero que hice fue hacer el amor con mi esposo, algo que añoraba tanto. Extrañaba sentir su piel, sus músculos, sus besos, sus caricias, aunque fue muy rápido, fue grandioso. Debíamos reunirnos con los demás. Cuando pise el último escalón de la escalera, unos bracitos me apretaron y sus vocecitas cariñosas me recibieron con mucho amor.

Mis hijos, mis adorados querubines, los abracé con fuerza. Otra vez los tenía nuevamente conmigo, el fruto del amor entre Albert y yo, estaban abrazándome. Parecían loritos narrándome sus ocurrencias, sus anécdotas; parecía que nunca iban a terminar de hablar, estaban emocionadísimos; sin embargo, ya era la hora de dormir. Mi suegra y mi mamá se los llevaron a su habitación para que durmieran. Albert pidió que no hicieran ruido para que Erick no despierte

Al quedarnos solamente los adultos, mi papá fue el primero en indagarme mi aventura. Los demás escuchaban atentamente lo que yo narraba, todo estaba bien, hasta que cuando solté la parte del beso al narco, Albert se levantó para decir airado

—¡Odio a ese hombre! Tocó los labios de mi esposa, ¡Aaaagh! Cómo quisiera tenerlo en este momento frente a mí para destrozarlo, hacerlo añicos

Yo lo observaba con amor, me gustaba cuando se ponía celoso, bufaba tanto que su propio padre tuvo que calmarlo

—Hijo, ya pasó, ya está encerrado. Además, tu esposa tuvo que hacerlo para que todo salga bien

Aproveché para decir con seguridad

—Fue algo que... me dio asco, sin embargo, cuando podía le daba sus caricias, lo golpeaba muy fuerte, le puse misiones para conseguir mi dizque amor. El idiota nunca sospechó nada. Aunque había uno de sus socios que siempre le decía que yo no era lo que aparentaba, ese regordete grasoso ponía en peligro la misión, lo bueno era que Sarmiento no le creía y siempre lo ponía en su lugar.

—Cuando mi padrino Luiggi fue a ese lugar (resoplé un poco, ante la intensa mirada de mi esposo) los estúpidos de Renatto y Draco, casi me exponen, más que todo Draco, tuvo la audacia de hablar conmigo, de reclamarme de que dejara de mentir, ese maldito de porra, casi me arruina todo. Opté por callarlo, fue la única manera de silenciarlo. Renatto se portó un poco más cuerdo y disimulo muy bien. Mi padrino castigó a Draco. Yo no estuve muy de acuerdo con que los mandara a la misión, pero, ya me enteré del motivo.

—Ustedes me conocen muy bien, para mí no fue nada fácil dejar que ese hombre me abrazara —al disimulo veía a Albert crispar sus puños de rabia —muchas veces estuve tentada a golpearlo, sin embargo, debía aguantarme por el bien de la misión. Cuando tenía oportunidad la aprovechaba para escribirle a mi esposo. Mike me ayudó mucho al estar ahí para mí, controlaba muy bien a esa chiquilla loca de Amanda. Esa mujercita era una imprudente, solamente le gustaba estar caliente para los hombres.

Recordé que no sabía nada de ella y opté por preguntarle a mi hermano Mike por ella

—Mike, ¿qué hiciste con esa chiquilla?

Mike, todo alegre, respondió mirando más que todo a mi mamá, que ignoraba lo sucedido

—Oh, la convencí de que se vaya de viaje por Europa, hablé con nuestro padrino Luiggi para que la reciba en su casa, le informé de todos sus gustos y lo loca que es. Aceptó tenerla en su casa y que se encargaría de ella, así que, la linda Amanda ya no regresará con nosotros

Mi mamá se levantó para mirar a mi hermano y preguntar entrecerrando sus ojos

—A ver, a ver, Mike, ¿me puedes explicar bien, eso de la chica llamada Amanda? ¿qué hacías con ella?

SIEMPRE MI SUMISODonde viven las historias. Descúbrelo ahora