CAPITULO 61

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NARRA FANNY

La voz de mi esposo se escuchaba que provenía de la escalera, preguntaba por mí, todos salieron para dejarnos solos. Albert preguntaba

—¿Qué pasa? A donde van?

Camine hacia Él que ya se encontraba en la parte baja de la escalera, me sitúe frente a mi esposo diciendo muy tranquila

—Tenemos que hablar

Le di la mano para irnos juntos a su despacho, caminaba muy lento, supuse que debe ser porque recién despertaba. Sentía su mirada en mi espalda porque casi venia detrás de mí. Entramos y lo hice sentar en uno de los sofás mientras yo cerraba la puerta con seguro. Me gustaba usar su despacho porque es casi insonoro y a mí, me convenía para esta conversación personal e íntima.

Me quede parada ahí con mi cabeza agachada recostada en la puerta, respirando hondo y con mis ojos cerrados llamando a mi mente que se tranquilice. Albert me habló con su voz serena

—Mi gordis, por favor

No sé qué me sucedió, , pero, mi respuesta fue un gran golpe en la puerta y un grito de desahogo

—¡Maldita sea!

Mi esposo continuo en silencio sin dejar de mirarme, no pude contener mi respiración llena de ira, de ansiedad, hasta solté unas lágrimas de decepción. Mi mente recordaba cada insinuación del narco y lo que yo me negaba cada vez. Y eso justamente era lo que más me dolía. ¿por qué yo sí pude y Albert, no?

Inhale mucho aire para después soltarlo con fuerza, alce mi cabeza para verlo. Su mirada era de tristeza, de arrepentimiento, de culpa. Siempre quise evitarle esos sentimientos, sin embargo, parece que fracasé en el intento. Albert se pronunció con voz tenue

—¡Perdóname! Yo... la verdad es que... no pude resistirlo. Te extrañaba demasiado. Nuestra cama vacía, en las noches tocaba el sitio donde dormías junto a mí y... mi mano solo sentía un vacío. Era peor cuando me enteraba de que estabas en peligro, tenía miedo de perderte.

Yo simplemente escuchaba lo que decía, sin dejar de observar todos sus gestos y ademanes. Había aprendido a descubrir cuando alguien miente. Sin embargo, esta no era la ocasión. Mi esposo me hablaba con su alma, con su corazón. Pero, aún faltaba todo lo demás. Continuó hablándome

—Hasta fui a beber para tratar de apaciguar mi preocupación, mi deseo de ti, tu lejanía, lo hice sin medir consecuencias. Nunca creí que... Erick tuviese esos sentimientos por mí. Hasta aquel día en que... desperté en la cama con Él a mi lado

Fui a sentarme en el mismo sofá que mi esposo, observaba su mirada, sus músculos en movimiento. Albert seguía hablando

—Aquella vez casi le agredo, estaba furioso por aprovecharse de mi situación y de lo que estaba sintiendo. Me pidió perdón y se fue con los niños a su habitación. Estaba seguro de que todo acabaría ahí, que quizá todo quedaría en que fue una aventura equivocada. Pero...

Su mirada cambió, sus ojos denotaban inseguridad, como que algo no era tan normal. Sin embargo, no calló, siguió diciendo su versión

—Yo, empecé a sentir algo por Él. Cruzaba frente a la habitación para atender a nuestros hijos y yo... comencé a abrir un poco la puerta para observarlo. Una noche fui a despedirme de mis hijos y Erick estaba sentado en su cama mirándome, al salir se despidió de mí

Inhalo aire para continuar

—Regresé a la habitación y me acosté tratando de dormir, pero, en mi mente lo veía sonreír, caminar, abrazar a nuestros hijos, algo recordé de esa primera vez que estuvimos juntos y... comencé a sentirme con ganas de sexo. En el silencio de la noche escuche unos pasos que bajaron la escalera. Estaba intrigado y me levante, abrí la puerta un poco para ver quién era el merodeador y era Erick que regresaba a la habitación, entonces cuando pasaba frente a la puerta, lo jale hacia dentro y le tape la boca porque casi grita del susto

SIEMPRE MI SUMISODonde viven las historias. Descúbrelo ahora