dєвєríαs sєr míα

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➳018.

flαshвαck

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Una memoria de Estarossa joven en un campo se hacía presente en la mente del mismo, estaba todo en silencio, hasta que escuchó su voz.

—¿Estás solo? —Le preguntó Elizabeth a sus espaldas, este volteó a verla.

—Hola Elizabeth. —Saludó amigablemente.

—¿Volviste a pelear con tu hermano mayor?

—No, no es eso, todos dicen que soy tan cobarde que no puedo matar a un insecto. —Pronunció con tristeza.

—¿Y eso por qué te molesta?

—Es que llevo el peso de la reputación de mi hermano.

En ese momento, se escuchó un ladrido captando la atención de ambos, Elizabeth tomó el cachorro blanco con orejas marrones en sus brazos.

—¿De quién es ese perro?

—Ya basta. —Dijo Elizabeth entre risas ya que el perro lamía su rostro— Este pequeño está herido pobrecito.

Ya recuerdo, he visto eso, ¿pero cuál era el nombre del perro?

—Para mí estás bien tal y como eres. —Le dijo la albina con amabilidad.

—Tengo que ser más fuerte, quiero terminar esta guerra entre diosas y demonios lo más rápido posible.

Ah sí, la verdad es que siempre he amado a Elizabeth, pero Alyssa...

—Lo hiciste bien, no esperaba menos mi hermano menor. —Habló Meliodas cruzado de brazos, observando los cadáveres de unas diosas frente a él rodeado de un ambiente lúgubre.

—Hermano ¿crees que pueda ser tan fuerte como tú? —Le preguntó un muy joven Estarossa quién estaba detrás de él.

—Claro, te lo garantizo. —Sonrió arrogantemente sin despegar la mirada del frente.

Más recuerdos aparecieron en la mente del corrompido demonio, en como a través de los años su habilidad en matar diosas era cada vez más pulida.

Sin embargo, llegó el momento en el que su mente se centró en un recuerdo crucial.

Estarossa iba volando hacia el templo abandonado para buscar a Elizabeth, pero una mano en su brazo lo detuvo haciendo que tuviera que girarse a ver de quién se trataba.

—¿Qué estás haciendo? ¿otra vez vas a espiar a Elizabeth? —Le preguntó Alyssa viéndolo levemente seria.

—Solo estoy paseando.

—¿Paseando? que rara forma de llamar a la persecución de Elizabeth. —Comentó sarcástica— Sabes que no puedes mentirme y menos después de la conversación que tuvimos el otro día ¿verdad? vamos. —Tomó de la mano al demonio para llevarselo.

ᴄᴀᴏs ᴅɪᴠɪɴᴏ: εl rεgrεѕo dε υn aмor ғanтaѕмa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora