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«Mi caída será por ti, pero mi amor estará contigo»
Han pasado tres mil años desde que la guerra finalizó, aquella guerra que deseé que no hubiera existido, tal vez las cosas hubieran sido diferentes, ¿o tal vez no?
Soy Alyssa...
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Un frío amanecer se hace presente en la taberna, mientras todos dormían plácidamente en esta, Ban se encontraba listo para partir sin antes observarla por última vez.
—Hasta luego capitán, maestro Hawk, Amy... —Suspiró después de decir aquellas palabras pero al voltearse se encontró con King levitando en su tesoro sagrado.
—Oye Ban, ¿Te vas a ir así sin más? —Preguntó pero Ban solo lo observó serio— ¿Es tanta tu sorpresa que no puedes hablar? —lo ignoró y pasó por su lado— De hecho, escuché tu conversación con el capitán ayer, creo que sé lo que sucedió entre tú y Elaine. Para ser honesto, me conmoviste con tus sentimientos por mi hermana, pero ella murió, y el bosque que ella protegía desapareció, así que ¿ahora debería sentirme conmovido por tus sentimientos por la diosa? ¿a dónde te diriges? ya dime. —El contrario se volteó y lo miró con indiferencia.
—Voy al bosque del rey hada. —King quedó impactado.
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Todo Liones se encuentra reunido frente al castillo, la ceremonia a los pecados capitales ha iniciado, estos se encuentran frente al rey exceptuando a Ban y King, y al lado del rey, se encontraba Elizabeth sosteniendo sus medallas.
—Hawk por favor, no olvides que estás en frente de su majestad. —Recomendó Merlín al ver cómo el cerdito comía desmedidamente.
—Nah está bien, a mí no me molesta. —Respondió.
—Volvió a su forma original ¿ya vieron? —Comentó Meliodas.
—Me pregunto por qué Ban y King no han llegado. —Comentó Gowther.
—Esos dos, ¿que estarán haciendo? —Quejó Diana— Oye Amy, ¿como te sientes? estás a punto de ser una de nosotros.
—Oh bueno, que puedo decir, un poco nerviosa y sorprendida honestamente. —La joven sonrió tímidamente hasta que comenzó a oír murmuros entre la multitud, Meliodas le dió un leve golpecito discreto para llamar su atención.
