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«Mi caída será por ti, pero mi amor estará contigo»
Han pasado tres mil años desde que la guerra finalizó, aquella guerra que deseé que no hubiera existido, tal vez las cosas hubieran sido diferentes, ¿o tal vez no?
Soy Alyssa...
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Alyssa y Mael comenzaron a salir más seguido tanto así que el reino celestial ya los tomaba como pareja aunque no lo eran en sí, y cómo no hacerlo, puesto a que transcurrían los años y ellos parecían ser cada vez más unidos.
¿Había atracción? sí, claro que la había, pero ellos sabían que se engañaban a sí mismos, Alyssa no podía evitar pensar así sea solo una vez en Meliodas y así mismo Mael en Elizabeth, pero era algo que ambos aceptaron, después de todo, eso era lo que los mantenía juntos.
Mael continúo con su costumbre de espiar a Elizabeth, era algo que a Alyssa la irritaba pero no hacía nada para detenerlo, después de todo ella consideraba que él solo buscaba su dolor, y así era.
Y por otra parte, Alyssa tenía que escuchar a su mejor amiga contar todo sobre cada vez que se veía con Meliodas, claro, sentía la típica punzada en el pecho pero tenía que aprender a vivir con ello disfrazandolo con una sonrisa atenta, no era fácil.
Durante ese tiempo, Alyssa y Meliodas convivieron por primera vez gracias a Elizabeth...
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—Meliodas, como ya sabrás, Alyssa es mi mejor amiga.
—Hola, Meliodas. —Saludó Alyssa con serenidad— Ya nos conocíamos.
—Claro que nos conocemos, y bastante bien. —Meliodas fue sarcástico.
—¿Oh de verdad? ¡aún mejor! Le he hablado mucho de ti, ¿verdad Ally? —Preguntó Elizabeth con alegría.
—S-Sí... así es.
—¡Ah! ¡lo había olvidado! Ally, Meliodas, regreso en un minuto, recordé que Nerobasta me necesitaba. —Le dió un pequeño beso en la mejilla a Meliodas y se retiró.
Quedando los dos en un silencio incómodo, Alyssa decidió romper el hielo.
—Creí que le habías contado también la vez que te había seguido.
—¿Para qué? ella no tiene que saberlo todo.
—Bueno, como le contaste lo de que te choque contigo, supuse que también se lo dirías.
—Me preguntó por qué había tardado.
— Oh, bueno, en ese caso siento haberte hecho llegar tarde. —Meliodas río levemente.
