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«Mi caída será por ti, pero mi amor estará contigo»
Han pasado tres mil años desde que la guerra finalizó, aquella guerra que deseé que no hubiera existido, tal vez las cosas hubieran sido diferentes, ¿o tal vez no?
Soy Alyssa...
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Mientras todos corrían hacia los escondidos, a lo lejos se divisaba una chica de cabello castaño quien vestía un traje naranja.
—¡Van hacia esa chica! —Exclamó Hawk.
—¿Van a lastimar a esa pequeña chica? —Preguntó Elizabeth, pero a medida que se iban acercando se dieron cuenta de que no es tan pequeña en realidad.
—Oh sí, una muy pequeña. —Dijo la castaña con sarcasmo al detenerse frente a ella.
—¡Señorita Diana! ¡señorita Diana! ¡un caballero sacro se infiltró en el bosque! —Alertaron los escondidos a quién resultó ser una gigante que dormía hasta ese momento.
—Una gigante, hace mucho no veía uno. —Comentó Amy.
En un instante Meliodas desapareció ante los ojos de todos debido a que la gigante lo había raptado y posteriormente verlo fijamente intimidante.
—¿Eres un caballero? —Preguntó.
—Hola Diana, cuánto tiempo. —Respondió Meliodas con una sonrisa, al escucharlo la gigante cambió su semblante a uno muy alegre.
—¡Capitán! ¡capitán! ¡capitán! ¡capitán! ¡te extrañé tanto! —Lo acercó a su mejilla muy alegre.
—¿Capitán? —Dijo Elizabeth para sí misma.
—Al final si tenía razón, había un pecado aquí. —Comentó Amy y Elizabeth y Hawk la observan confusos.
—¿Entonces ella es Diana? ¿la serpiente de la envidia? —Preguntó Hawk sorprendido.
—Awww capitán no debiste, ¿cómo supiste que me gusta el cerdo asado? —Diana miraba con una sonrisa alegre a Hawk.
—¡No! —Reclamó Hawk.
En cuestión de minutos el cerdito se encontraba atado a un palo boca arriba con una manzana en su boca y fuego debajo de este y por supuesto, intentaba escapar.
