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«Mi caída será por ti, pero mi amor estará contigo»
Han pasado tres mil años desde que la guerra finalizó, aquella guerra que deseé que no hubiera existido, tal vez las cosas hubieran sido diferentes, ¿o tal vez no?
Soy Alyssa...
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—¿Por qué? ¿por qué Estarossa tiene alas como la raza divina? —Preguntó King sorprendido.
—Nunca existió Estarossa, no era miembro de la raza demoníaca. —Respondió el muñeco, el hada dirigió su mirada a este— Ahora muestra su verdadera forma. —Ambos observaron como el arcángel cayó de rodillas.
—Duele... duele mucho... —Los quejidos de la diosa captaron la atención de sus amigos, estaba retorciéndose del dolor.
—¿Qué pasa con Alyssa? ¿por qué actúa así? —Preguntó Elizabeth preocupada.
—El colapso por el hechizo es mucho peor en personas que mantenían un lazo más profundo con Mael que el resto, en este caso Ludociel y Alyssa. —Explicó el muñeco.
—Iré a ayudarla. —Dijo decidida.
—Espera aún no te acerques, es peligroso. —Advirtió King.
—No puedo... no puedo recordar quién soy... —Habló Mael con dificultad de nuevo atrayendo la atención de todos.
—Eres el cuarto arcangel, Mael. —Le dijo Gowther.
Se enderezó un poco, pero su expresión era demasiado sombría y aterrada, estaba demasiado confundido y veía a la nada.
—Parece que tuve una pesadilla... ¿qué es esto? —Continuaba hablando con dificultad.
Pronto comenzó a tener recuerdos vagos de su vida como arcángel.
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—Justo lo que esperaba de mi hermano menor. —Habló Ludociel con simpatía observando la pila de cadáveres de demonios grises.
—¿Hermano crees que podré ser como tú algún día? —Preguntó el joven Mael.
—Por supuesto que sí, serás mucho más fuerte que yo querido hermano. —Su respuesta hizo que en su rostro se dibujara una gran sonrisa.
Mi hermano me enseñó que matar a la raza demoníaca no era un pecado, es salvar un alma atrapada en la impureza, esa era mi justicia, y por eso maté a tantos demonios, y sin saberlo, era temido por ellos, el ángel de la muerte, el más fuerte de los cuatro arcángeles.
Siempre había sido el orgullo de mi hermano mayor, pero eso nunca te importó a tí, ¿verdad Elizabeth? elegiste a Meliodas de la raza demoniaca y no tienes idea de lo doloroso que fue. Luego estabas tú, bella justiciera, que siempre buscabas hacerme sentir mejor y decidiste estar conmigo, pero a pesar de ello sabía que seguías mirando a Meliodas al igual que Elizabeth y por eso me esforcé en no sentir algo real por ti, pero era muy díficil de todos modos.
—Mi nombre es Estarossa... —Pronunció con dificultad después de ser impactado por un rayito de luz.
