Brooke había tenido una vida relativamente normal durante toda su vida, a pesar de que no se llevaba especialmente bien con madre. No fue hasta ese verano que toda su vida se empezó a venir abajo.
Lo que empezó como una pequeña aventura con un grup...
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Elisa Smith ya se encontraba en Outer Banks y Brooke sabía que tenían una conversación pendiente.
— Hola, Brooke. — saluda la mujer cuando su hija llega al salón.
Era raro no escuharla llamándola por su nombre completo.
— Hola. — murmura ella.
— ¿Estás bien?
— Si, claro. — responde Brooke sarcástica. — Hace dos días que mi supuesto padre me visitó, todo está genial.
Elisa suspira y observa a su hija. — Siento no haberte dicho nada...
— ¿Pensabas decírmelo? — Brooke evita la pregunta.
— Hija, ambas sabemos que no te afecta, tú no has tenido padre. — dice su madre
Brooke suelta una risa sin gracia. — Tampoco he tenido madre.
El rostro de la Elisa cambia por completo.
— Mamá, cuando era una niña, tú nunca estabas, siempre viajabas por negocios. — le dice Brooke. — Las pocas veces que estábamos juntas no me hacías caso o simplemente peleábamos.
Elisa aprieta sus labios en una fina línea, analizando a la joven frente a ella.
— Sé que desde el accidente de Sarah y John B has intentado mejorar conmigo. — continúa hablando Brooke. — Pero eso no cambia que me encerraste en mi habitación, me traicionaste solo para obtener más dinero del que tienes. Tú tienes parte de culpa de lo que le está sucediendo a John B. Tú y Ward.
Brooke voltea para caminar hacia la puerta de la casa con intención de irse.
— ¿Y Rafe no? — la voz de la mujer detiene a la chica. — Brooklyn, Rafe fue quien disparó esa arma, aquí no hay otro culpable más que él y el hecho de tú estés enamorada de ese asesino no cambia nada.
Esas palabras calaron en el pecho de Brooke, pero sabía que eran ciertas. Sin embargo, no volvió a mirar a su madre cuando salió de su casa.
[...]
Su rumbo la llevó hasta el Chateau, donde Sarah se estaba quedando.
— ¿Está JJ aquí? — pregunta Brooke cuando ve a Sarah en el sofá.
— En su habitación. — responde la rubia, frunciendo el ceño al ver la palidez en el rostro de su amiga. — ¿Estás bien?
