Brooke había tenido una vida relativamente normal durante toda su vida, a pesar de que no se llevaba especialmente bien con madre. No fue hasta ese verano que toda su vida se empezó a venir abajo.
Lo que empezó como una pequeña aventura con un grup...
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— ¿Lo puedes creer? — pregunta el rubio. — Mi padre quiere regalar la cruz que yo rescaté del mar y, ¿cree que estaré de acuerdo? Ni siquiera ha tomado en cuenta mi opinión.
— No sé por qué aún sigues teniendo esperanza en él, Rafe. — comenta Brooke sabiendo que esa era la cruda realidad.
— Porque pensé que sin Sarah ahora yo tendría un lugar. — expresa el chico frustrado. — Pero veo que no, tendré que hacer las cosas por mi cuenta.
— ¿A qué te refieres?
— Voy a recuperar la cruz. — asegura el rubio. — Y cuando la tenga nos iremos de aquí los dos.
Brooke sonríe. — ¿Dónde iremos?
Rafe agarra su mano por encima de la mesa del restaurante en el que estaban comiendo. — Donde tú quieras, me da igual.
Sonaba bien para Brooke, como una fantasía, pero por desgracia sabía que aún no sería posible.
— ¿Qué te parece Hawaii? — pregunta la morena bebiendo de su vaso de vino.
— Me encanta. — responde el chico Cameron. — Decidido, Hawaii nos espera.
Hawaii tendría que esperar un poco más. Porque esa noche los Pogues robarían la cruz, y Brooke lo sabía.
Brooke de verdad sentía que su relación con Rafe era mejor que nunca, parecía sana. Pero los sucesos de alrededor no la dejarían fluir.
No ha habido ni un beso, ni siquiera un pequeño roce. Y la tensión era palpable, pero ambos sabían que debían esperar.
Esperar a que definitivamente puedan ser felices juntos.
[...]
Pope y Cleo habían ido a buscar la camioneta de Heyward para ir a por la cruz esa misma noche.
Brooke llegó corriendo al Chateau. — ¡JJ!
Segundos después, una cabellera rubia sale de la casa de John B y se acerca a ella a paso rápido. Brooke suelta una risa y se lanza a los brazos de su hermano.
— ¿Estás bien? — dice JJ contra su hombro. — Kie dijo que te quedaste con el idiota de Rafe.
Brooke hace una mueca y se separa de él. No podía contarle que iba a intentarlo de nuevo con Rafe, cuando todo mejorase.
— Estoy bien. — asegura ella. — ¿Por qué no viniste a casa?
— Supe que tu madre había vuelto a la isla y...
— También es tu madre, JJ. — dice Brooke con calma. — En algún momento tendréis que hablar.
— Me gustaría que estés ahí cuando pase. — murmura él.
