Brooke había tenido una vida relativamente normal durante toda su vida, a pesar de que no se llevaba especialmente bien con madre. No fue hasta ese verano que toda su vida se empezó a venir abajo.
Lo que empezó como una pequeña aventura con un grup...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La luz del sol que entraba por la ventana hizo que Brooke abriese los ojos, encontrándose tumbada en una gran cama.
Las paredes de la habitación eran de un color verde chillón y estaban repletas de cuadros. Brooke frunció su ceño observando todo su alrededor, fue como si le tiraran un balde de agua fría encima.
La habían secuestrado.
Ella se apresuró a llegar a la puerta e intentar abrirla pero como era de esperar, estaba cerrada.
— ¡Eh, idiotas! ¡Sacadme de aquí! — comenzó a golpear la puerta con fuerza intentando que alguien la escuchara. — ¿¡Qué mierda queréis de mi!?
Es entonces cuando el sonido de unas llaves abriendo la puerta hace que se detenga.
— No hagas tanto ruido. — un chico de tez oscura aparece frente a ella con un tono de voz muy borde.
El chico vestía una especie de uniforme de colores claros, incluso llevaba un chaleco acolchado. Brooke dedujo que era un chaleco antibalas.
— ¿Quién eres tu? — pregunta Brooke, mirándolo de arriba a abajo con su peor cara. — ¿Qué quieres de mí?
— La cena es a las ocho. — el chico la ignora completamente. — Deberías asearte.
Antes de que Brooke pudiera decir algo más, el chico desaparece y la puerta se vuelve a cerrar con llave.
— Mierda. — suspira la morena frustrada para sí misma volviendo a mirar a su alrededor para buscar una forma de salir.
Se acerca a la ventana para observar que alrededor de toda la casa había más soldados con el mismo uniforme que llevaba el chico y estaban armados.
Brooke suelta un suspiro sentándose en la cama. Su vista se dirigió al armario donde habían varios vestidos negros y una nota.
"Elija su talla"
[...]
Habían pasado varias horas, Brooke se encontraba de nuevo sentada en la cama, pero esta vez con un vestido de tirantes negro de satén que llegaba hasta sus tobillos.
La puerta de la habitación se abre dejando ver esta vez a una mujer con uniforme de criada.
— Ya puede bajar.
Brooke se levanta de inmediato de la cama y sigue a la mujer que la lleva escaleras abajo. Ella aprieta sus dientes con la impotencia de querer salir de esa casa y no poder.
Finalmente, llegan a un salón y la criada se va, dejando a Brooke en la puerta. Cuando la chica se adentra al salón, ve a un hombre de espaldas sirviéndose una copa.
Su cabello estaba rapado y era anaranjado. Brooke abrió sus ojos con sorpresa dando un paso hacia atrás reconociendo quién era cuando él se giró levemente, permitiéndole ver su perfil.
¿Todo esto había sido cosa de él? ¿Él llegaría hasta ese punto?
— ¿Rafe?
El aludido escuchó esa voz que jamás pensó que volvería a escuchar desde que la dejó ir de aquel barco y su corazón dejó de latir por un momento.
Rafe se giró viendo a la morena parada frente a él con una mueca de completa confusión. El chico no puedo evitar mirarla rápidamente de arriba a abajo, analizando el vestido negro que llevaba puesto.
— Brooke. — su nombre salió de los labios del chico casi en un susurro mientras él la seguía mirando fijamente, sin atreverse a dar un paso hacia ella.
— ¿Has sido tú? — pregunta Brooke con incredulidad, acercándose a paso rápido hacia él, quien no se inmutó ante la cercanía que la chica había dejado entre ellos.
Rafe frunció su ceño observando el rostro de la chica de muy cerca. No entendía que hacía ella aquí, él solo había venido a vender la cruz.
Antes de que alguno de los dos pudiera decir algo, una voz en la puerta del salón hace que los dos volteen hacia ella.
— ¿Hola?
Brooke abre los ojos con sorpresa mirando a Kiara. La Pogue llevaba un vestido rojo de tela satinada y su pelo estaba suelto.
— ¿Brooke? — Kiara suelta un suspiro acercándose a su amiga para rodearla entre sus brazos.
— Pensé que no te volvería a ver. — murmura Brooke en el hombro de la Pogue. — ¿Dónde están los demás?
— No lo sé. — el rostro de Kiara muestra pura angustia hasta que mira por encima del hombro de Brooke encontrándose con Rafe Cameron. — ¿Qué hace él aquí?
Kiara iba dispuesta a acercarse a Rafe pero otra voz la detuvo.
— No sabía si en este reencuentro saltarían chispas.
El hombre que antes miraba a la ventana, voltea hacia ellos. Tenía el cabello negro al igual que su barba y su tez era morena, llevaba un traje gris y sus aires de prepotencia se podían ver de lejos.
— ¿Quién eres? — pregunta Rafe. Brooke sabía que estaba comenzando a molestarse con la situación.
— ¿Yo? — el hombre se señala a sí mismo elevando ambas cejas. — Me llamo Carlos Singh, es un placer conocerle señor Cameron.
— Señoritas, les pido perdón por las malas maneras en que os hemos traído hasta aquí. — Singh continua hablando mientras Brooke siente la mirada de Rafe sobre ella. — Pero por favor, pasen, siéntense.
Singh señala detrás suyo, donde se encontraban unos sofás.
— ¿Malas maneras? — pregunta Rafe mirando al hombre con su ceño fruncido. — ¿Y yo qué?
— Si, señor Cameron. — le dice Singh mientras se sirve un vaso de whisky. — Falsos pretextos, pero creo que el fin justifica los medios.
Ante esa frase, Brooke y Kiara se miran entre ellas antes de sentarse en uno de los sofás.
