Capitulo 10 ¡Aquí mando yo!

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EVANGELINA

Llegamos a un edificio se veía bastante lujo, era de esos como en el que yo vivía antes de que mi padre me echara de casa. Recuerdo esos momentos tan gloriosos en mi vida. 

Nótese el sarcasmo en mis palabras. 

Lo mejor que pude hacer fue huir de mi casa apenas pude. La libertad que tengo ahora no la cambio por nada. 

 - ¿Qué hacemos aquí? – Por fin pronuncie palabra, desde que me había subido al auto.

No es como que el chico haya hablado mucho igual. Siempre tiene ese gesto neutro en su rostro, esa mira fría y calculadora.  

-Vaya... pensé te habías vuelto a quedar muda – Me dijo con una sonrisa.

Retiro lo dicho. Al parecer solo estaba esperando a que fuera yo la que rompiera el silencio.  

Blanqueé mis ojos ¿Cómo puede alguien calentarme y irritarme al mismo tiempo? 

– No, solo no quería hablar contigo – Le dije, asteada. 

Sonrió. Esa maldita sonrisa que hace estragos en mis defensas, es una buena maniobra de ataque a mi control y ya eso es decir mucho, ya que carezco de poco autocontrol. 

– Cambias bastante rápido, no hace unas noches me preguntabas mi nombre y disfrutabas de lo que te hacia y ahora me ves con desprecio y dices que no me quieres hablar – Cerró sus ojos por un momento como si estuviera meditando – Las mujeres son tan difíciles...

Sacude la cabeza y frunce el ceño. Como si le importara que cambiara de parecer tan rápido. 

Imbécil.  

-No te hagas el sabio ¿Si? – Le dije con molestia - ¿Cuántos años tienes? ¿18? 

Agust me dio una sonrisa coqueta. Tiene que dejar de sonreír así, no puedo concentrarme en mi enojo si sonríe de esa manera, y me mira con tanto deseo. 

Hijo de puta, quiero que el enoje me dure mucho tiempo.  

– Tengo 22 años – Humedeció su labio inferior – Digamos que, con la apariencia de un niño de 18, pero con la habilidad para coger de un hombre de 30.

Yo bufé. 

Por favor ¿De donde ha sacado esa línea? 

- ¿Habilidad de un hombre de 30 para coger? – di una carcajada - ¡Por favor! ¿En serio? Si la primera vez que cogimos eras un inexperto, yo te tuve que enseñar... 

Una sonrisa ladeada se le dibujó en el rostro. Ladea la cabeza y me mira con picardía, como si supiera un secreto del cual yo no estoy enterada.  

– No podía demostrar lo que soy... nena, por eso la noche en el bar, te cogí mejor y ahora te voy a demostrar porque te digo que con la habilidad de un hombre de 30 – Me guiñó el ojo y abrió la puerta para salir, no sin antes girarse para tomar mi rostro en una caricia, yo lo aparté con brusquedad – Ahora baja, no me hagas repetir las cosas varias veces, que odio que no me obedezca cuando doy una orden. 

Me bajé del auto, está era la oportunidad, que tenía para salir corriendo y no volverme a topar a este mocoso nunca. Salí del auto, y cuando se distrajo por un momento, corrí, pero no tuve suerte, el chico fue más hábil que yo y me detuvo.

Esto solo me demuestra que debo hacer mas ejercicio. El follar se puede catalogar como hacer cardio, pero al parecer no es suficiente. 

 - ¡Cielo! Veo que eres problemita, me encanta... amo las chicas problemáticas, así es más divertido – Me tomó como un costal de papas y me puso en su hombro. 

DIARIO DE UNA NINFOMANA (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora