EVANGELINA
El aroma de algo delicioso me sacó de la neblina del sueño. Me removí, aún desnuda, entre las sábanas enredadas, parpadeando contra la luz de la mañana que se filtraba a través de las cortinas. ¿En qué momento me quedé dormida? Me llevé los dedos a las sienes, tratando de ordenar los fragmentos sueltos de la noche anterior, como piezas de un rompecabezas apenas armadas.
Y entonces recordé la pesadilla.
Hacía años que no tenía esas visiones tan vívidas, desde que dejé la casa de mi padre y todo lo que simbolizaba. ¿Por qué ahora? ¿Por qué se repetía ese tormento que parecía tan real? Había fragmentos de mi infancia que se desdibujaban en mi mente como si fueran un lienzo en blanco; mi madre solía decirme que era normal, que a veces los recuerdos simplemente se desvanecen. Pero esas imágenes... cada vez que aparecían, sentía como si no fueran solo sueños, sino retazos de algo enterrado, algo que debía recordar.
Un ruido en la cocina me sobresaltó, y por un instante, mi piel se erizó con la idea de que alguien estuviera en mi casa.
¿Un ladrón?
¿O peor?
Me levanté, tanteando con la mirada hasta encontrar la bata abandonada en la silla cercana. Me la puse y me acerqué a un viejo palo de golf en el rincón, mirándolo con una mezcla de sorpresa y humor.
¿De verdad aún guardo esto?
Pensé, pasando la mano por el mango desgastado.
¿Hace cuánto no juego con esto?
Desde que mi padre me sacó de las clases porque me follé al instructor a los catorce años. Moví la cabeza tenía que concentrarme.
Salí con mucha cautela, era buena peleando o eso creía, recuerdo que había tomado clases de defensa personal cuando tenía como trece años, según mi papá tenía que saber defenderme, ya que el mundo era una selva de cemento. Puedo decir que no solo aprendí a defenderme. Bueno. En realidad, no terminé de aprender porque mi padre a los tres meses me sacó de aquella escuela ya que no precisamente iba a entrenar defensa personal, si no, defensa vaginal...
Una sonrisa se me dibujó en el rostro. Que buenos momentos, ese profesor lo hacía tan bien... ¿Qué será de su vida? Nunca más volví a saber de él, era como si la tierra se lo hubiera tragado. Que desperdicio. De hecho, nunca supe más de ningunos de los hombres con los que follaba, solo quedaba el padre de Agust.
Otro ruido en la cocina
—Evangelina, concentrarte — me regañó mi voz interior.
Avancé hacia la cocina mientras las fantasías se arremolinaban en mi mente, luchando contra la voz sensata en mi cabeza que me decía que mantuviera el enfoque. Otro ruido hizo que apretara el palo de golf, preparada para cualquier cosa... aunque, siendo honesta, "cualquier cosa" abarcaba escenarios poco heroicos.
¿Estará el ladrón rico? Porque si lo estaba, dejaría que también se aprovechara de mí, no podía venir y solo robar, tenía que hacer su trabajo completo. El aroma se hacía más fuerte, vaya ¿Estará cocinando? Que buen servicio. Si roba, cocina y me folla le daré cinco estrellas.
¿Puedes concentrarte? No todo es sexo calenturienta.
¿Qué? ¿Cómo de que no...?
¡No! No lo es...
Yo digo que sí, que te follen está en la lista de los cinco mejores placeres de la vida, después está comer y caga... eso está comprado por la científica Evangelina Li.
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DIARIO DE UNA NINFOMANA (En edición)
RomantizmEvangelina, es una mujer marcada por una sed insaciable, se adentra en un juego peligroso de encuentros y desencuentros. Cuando cree haber encontrado a su alma gemela en un hombre tan oscuro y apasionado como ella, se sumerge en una relación intensa...