EVANGELINA
Ya ha pasado una semana desde que me internaron en la clínica, por fin hoy me dan salida. Rogué para que lo hicieran antes, pero fue imposible, Agust, queria cerciorarse de que todo estuviera bien, de que mi salud no estuviera afectada y de que no intentara atentar contra mi vida una vez más.
Me avergüenzo de lo que hice, siempre he tenido problemas, pero nunca tomé la decisión mas fácil que era quitarme la vida, siempre traté de enfrentarlos. Pero ese día, simplemente no pude más, recordar todo lo que mi mente había guardado por tanto tiempo, fue mi punto de quiebre.
-¿Estas lista? – EL chico de ojo grises, habla desde la puerta.
Ha estado conmigo desde que me trajeron al hospital, no me ha dejado ni un momento a solas, si no está Agust conmigo lo está él. Y debo decir que se siente bien, cuando sientes que le importas a alguien, cuando te sientes protegida. Es una sensación de le da calidez a tu corazón.
Lo miro fijamente, y me sigo preguntando si mi padre no habrá tenido un hijo por fuera, sus grandes ojos grises, casi iguales a los mismo, sus finos rasgos, sus labios, aunque yo soy rubia y el cabello oscuro, sigo sintiendo una extraña sensación cuando lo tengo cerca, es como si ya lo conociera.
-Si – Le respondo tomando mis cosas.
-Agust nos verá en mi apartamento – Me dice.
Lo detallo bien y veo que tiene el labio partido y un leve ojo morado. Frunzo el ceño.
-¿Te tropezaste con una puerta? – Le pregunto con los brazos cruzados.
Lo veo blanquear los ojos y tomar aire.
-Una bestia salvaje se topó conmigo y queria acabar con mi vida – Me dice con simpleza.
Me quita el bolso de las manos y comienza a caminar hacia la salida. Afuera nos están esperando dos hombres, con cara de pocos amigos, tienen varios tatuajes por su cabeza y están rapados. Parecen matones, pero supongo que son los guarda espaldas que ha dejado Agust para evitar que mis padres vuelvan aparecerse por aquí.
No he visto tampoco a Richard, supongo que tiene mejores cosas que hacer, que venir a ver a la suicida de su prometida.
-¿Tienes hambres? – Me pregunta Travix.
Siento su mano posarse en mi espalda indicándome que lo siga. Sacudo la cabeza. Realmente no tengo mucha hambre, solo quiero llegar a casa, darme un baño y follarme a Agust.
-Bien – Responde él.
Caminamos uno al lado del otro, él no me suelta. Agradezco que no me haga preguntas, hablar de por qué intentaste quitarte la vida, no es nada agradable, me siento patética, así que, quiero guardarlo como otro oscuro secreto.
Llegamos al auto y nos subimos. Nos ponemos camino al apartamento, le pedí el mismo día, que mis padres vinieron a visitarme, a Travix que me dejara vivir con él, que le pagaría una renta. No queria volver a mi apartamento, y no creo que sea prudente irme a vivir con Agust, aún hay que arreglar muchas cosas y por más que me muera por estar con él. Yo todavía sigo comprometida y él tambien.
Todo el camino nos mantuvimos callados, los silencios con Travix no son para nada incomodos, es todo lo contrario, son realmente tranquilos y terapéuticos, es el tipo de chico, que sabe cuándo debe hablar y cuando debe callar, no hace preguntas, te da tu espacio y entiende más que nadie cuando quieres irte a tu mundo.
-Llegamos – Me avisa.
Lo veo bajarse del auto y caminar hacia la puerta del copiloto y abrirla, me extiende la mano y me ayuda a bajar.
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DIARIO DE UNA NINFOMANA (En edición)
RomansaEvangelina, es una mujer marcada por una sed insaciable, se adentra en un juego peligroso de encuentros y desencuentros. Cuando cree haber encontrado a su alma gemela en un hombre tan oscuro y apasionado como ella, se sumerge en una relación intensa...