EPILOGO II

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EVANGELINA

Ya habían pasado dos días, desde que envié  al otro mundo a las dos personas que más odiaba en mi vida. Hoy me encuentro en la tumba que le hice a Agust, es como algo simbólico. Ya que su cuerpo nunca fue encontrado, por más que se buscó.

Tampoco he podido encontrar al chico que me llevó aquella noche al hospital.

-¿Siguen apareciendo chupones? – Me dice Travix.

Estoy cambiando las flores, si Agust me viera en esto, estaría alegando, ya que diría que esto es ridículo, ya que no les gusta el romanticismo. Pero... me vale un quintanal de mierdas, es mi forma de sobre llevar las cosas.

Después de terminar con aquellos traidores les envié las pruebas al líder, y esté me dio vía libre en el puesto, así que, puedo decir que Londres ahora es mía.

-Londres en mía, amor... conseguí aquello por lo que tanto trabajaste, erradiqué la trata de menores, así como querías tambien. Ahora solo faltas tu – Digo con una lagrima en los ojos – Ya casi es tu cumpleaños, esté año no lo paso contigo, pero voy a beberme todo el bar a tu nombre.

-Y yo la voy acompañar hermano – Dice Travix con una sonrisa débil – La he estado cuidando, pero sé que tu espíritu es el que mata a los que la pretenden, así que, ese trabajo te lo sigo dejando a ti.

Nos quedamos un rato en el cementerio, y después decidimos irnos. Llegué al apartamento de Agust que ahora es mío.

Comencé a desvestirme y el celular vibró, Era el mensaje de un tipo con el que estoy hablando, después de hablar unos días con él, decidimos vernos hoy, iremos a cenar y veré si puedo seguir adelante.

-Tengo que dejarte ir amor – Digo mirando una de las fotos que tengo en mi habitación - ¿Lo sabes? Te amo, pero debo dejarte ir.

Me puse el vestido más sexy que encontré me dejé el cabello suelto, y solo me maquillé un poco. Sonreír. Esto me hacía recordar aquella cita a ciegas donde volví a ver a Agust, nunca esperé que fuera él al que me encontraría en aquella tarde, y que así comenzara nuestra historia de amor.

Terminé de alistarme, tomé las llaves de mi auto y me dirigí a la dirección que me indico la persona, mi cuerpo se tensó, cuando me di cuenta que era la misma dirección de aquella cita a ciegas.

Comencé a mirar para todos lados, buscando a la persona con la que me encontraría o por lo menos alguna que se le pareciera, todo esto estaba raro, tenía una extraña sensación en el cuerpo, me sentía observada, y mi cuerpo respondía con excitación a esa mirada. Algo llamó mi atención, había un chico, del otro lado de la acera, tenía un tapabocas, así que era difícil de ver su rostro, me miraba fijamente y yo sentía como mi cuerpo se calentaba.

Comenzó a caminar, y era como si con su mirada me hubiera indicado que lo siguiera, lo vi entrar a una bodega y mis instintos me decía – Corre – Pero mi cuerpo queria ver hasta donde podía llegar.

Entré con cuidado a la bodega, estaba vacía, no podía ver casi nada, y ya no había rastro del chico del tapabocas. Caminé con cuidado, mi corazón latía fuertemente, las manos me sudaban y la adrenalina la tenía a mil.

Las luces comienzan a parpadear y mi cuerpo se tensa. Esto hace que sea difícil concentrarme, cierro los ojos, tengo los nervios elevados a niveles cósmicos, pero la situación me excita. Un par de manos agarran mi cintura antes de caer sobre mis caderas. En lugar de apartarlas, las sostengo y tiro de ellas hacia mi frente. Mi corazón late a mil, mis ojos se cristalizan y ruego porque esto no sea un sueño, ya que sé perfectamente de quienes son estas manos.

DIARIO DE UNA NINFOMANA (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora