CAPITULO 24 CUENTAS PENDIENTES

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AGUST

-¡Por fin llegas! – Me dijo uno de mis hombres de confianza.

-Lo siento, estaba desayunando – Le di una sonrisa – Ya sabes uno no puede comenzar el día sin comer antes.

Vi como puso los ojos en blanco. Me metí a la pequeña oficina que tenía allí, tomé la ropa que estaba doblada en el escritorio, y me la puse, para lo que tenía que hacer no queria ensuciar el traje.

-¿Dónde está? – Le dije al hombre que estaba detrás de mí.

-En el gran salón.

Me respondió él, me terminé de cambiar, iba todo de negr* así las manchas de lo que iba hacer no sería difícil de quitar.

-¿Sabe por qué está aquí? – Volví a hablar mientras me dirigía al lugar.

-No sabe nada, no hablamos, ni dijimos nada, así como pediste.

-Perfecto.

Al entrar, pude divisar al hombre que estaba sentado en una silla y amarrado de manos y pies, tenía los ojos y la boca vendada para que no pudiera ver nada. Me acerqué cuidadosamente. Tomé asiento en una silla que estaba al frente de él.

Hice seña para que le quitaran la venda de los ojos y la mordaza de la boca. Estaba dormido, así que, le echaron un balde de agua fría. El hombre pegó un brinco y abrió los ojos como platos.

-¡Buenos días! Querido amigo – Le dije. Con diversión.

-¿Qué esto Darrend? – Me dijo el, en un tono desconcertado, pero podía ver el miedo en sus ojos. ¡Siempre ha sido un cobarde!

-¡Oh! Lo siento, solo queria hablar contigo – Hice un tono inocente – Mis hombres son un tanto rudos – Dirigí la mirada al hombre que parecía una montaña – Solo te pedí que lo trajeras, no había necesidad de secuestrarlo y de amarrarlo.

-¡Suéltame! ¿Sabes con quien te estas metiendo? – Me dijo.

-¡Claro! Eres Andrew Lemas. El hijo de un socio menor de mi padre y el viejo Li – Le dije calmado y en tono despreocupado.

-SI lo sabes ¿Por qué carajos me tienes aquí? – Me gritó.

Llevé mis manos a los oídos, me fastidiaba las personas que no podía hablar civilizadamente.

-No grites – Le dije – Ya te lo dije, queria hablar contigo – Me levanté de la silla donde me encontraba - ¿Algo de tomar? ¿Te gusta algún tipo de música en especial?

-No quiero nada – Me dijo. Su tono iba pasando del enfado al terror - ¿Solo dime por qué me tienes aquí?

-¿Te molesta si pongo música? – Ignoré la pregunta. Él negó con la cabeza. Caminé a un pequeño estéreo que tenía en el lugar, me gustaba ambientar los momentos. Asi que busqué una canción Walk (Back to your arms) - ¿Buena canción no?

-Déjate de payasadas y dime ¿Por qué me tienes aquí?

Volví a tomar asiento. A mi cabeza volvieron las imágenes de sus asquerosas manos por el cuerpo de mi mujer.

-Veras – Decidí hablar, no queria perder el control. En estos momentos suelo estar calmado y no me dejo llevar por los impulsos – Ayer te encontré con tus asquerosas manos en el cuerpo de mi mujer – Vi como tragó con dificultad – La cuestión es que no me gustan que toquen lo que es mío, lo que me pertenece ¿Entiendes? Por eso te traje aquí. Queria hablar contigo.

-E-ella fue la que me sedujo. Tú lo viste ¿No? Nos estabas viendo en todo momento, ella fue la que se acercó primero – Me dijo temblando.

-Pero yo te di una mirada indicando que te apartaras – Dije calmado, por dentro mis demonios estaban ansiosos por salir - ¿Por qué no me hiciste caso?

-Lo entiendo – Dijo él con la voz entre cortada – Ahora lo entiendo. No debí tocarla, debí apartarme de ella, la verdad no sabía que ya era tuya, sabes que si lo hubiera sabido ni la volteaba a mirar.

-No eres digno de ella – Le dije. Y me levanté de la silla nuevamente. Caminé hacia el viejo escritorio que tenía en el lugar. Abrí el maletín que tenía allí y tomé una daga, era toda plateada y el agarre era de ero, fue la primera arma que regaló el viejo Li – Ella es mucha mujer para que un asqueroso como tú le ponga una mano encima.

-Tú tampoco eras muy digno de ella ¿No? Por lo que pude averiguar has matado a todos los hombres que se le acercan – Me dijo en tono entre retador, pero cargado de miedo.

-¡Oh! Eso... - Me gire para verlo – Es verdad. Yo tampoco soy digno de ella, y ellos... tampoco lo eran dignos de ella, además en parte queria y en parte fue orden del viejo Li. Habían humillado a su princesa y él, ni mucho menos yo podía permitirlo ¿Sabes una cosa? – Él negó con la cabeza – Todos murieron en esa misma silla.

-N.no me puedes matar – Me dijo con los ojos abiertos. Cuando vio que comencé a caminar con la daga hacia él.

-No pienso matarte querido amigo – Le dije con una sonrisa macabra. Me estaba conteniendo muy bien. Queria explotar, hacerlo picadillo, pero tenía que calmarme, queria disfrutar de este momento.

-¿Qué piensas hacerme?

-Te voy a cortar una mano – Le dije como si fuera algo normal ¿Qué es una mano? Nada ¿Verdad? Eso le enseñaría a que no debe por ir por ahí tocando a las mujeres de otro.

No lo dejé hablar cuando enterré la daga en su mano. El grito que salió de él tuvo que haberle desgarrado la garganta. La sangré comenzó a brotar y me salpicó los zapatos y parte del pantalón. Caminé hacia la mesa nuevamente y agarré un cuchillo más grande.

-Si dices algo de esto, te cortaré la lengua – Me quedé mirándolo – Si alguna vez la vuelves a ver te sacaré los ojos ¿Entiendes?

Él con el dolor reflejado en su rostro asintió. Me acerqué lentamente otra vez.

-¿Duele? – Comencé a hacer presión en la daga y él gritaba de dolor, la cara se le puso roja, sus ojos estaban llorosos, yo me deleitaba viéndolo gritar y la música de fondo me daba tranquilidad, siempre es bueno hacer algo con música, ambienta el trabajo – Sí. Debe doler. ¡Tranquilo ya casi terminamos!

Tomé el cuchillo, tenía la hoja afilada. En un certero movimiento corte una de sus manos. El imbécil pego otro grito, que inundó el lugar, la sangre salió como un chorro ¡Maldición se me ensució la camisa! Vi como la extremidad cayó al piso. Me di la vuelta y comencé a caminar a la salida. El imbécil quedó allí gritando por el dolor. Tenía que ir a ver a mi padre y no podía seguir divirtiéndome. Asi que me tocó hacerlo corto.

-Limpia todo, déjalo tirado en la puerta de un hospital, no es bueno que el imbécil se muera. Ya sabes que todo debe quedar limpio y como si nada hubiera pasado – Caminé dándole órdenes a uno de mis hombres – Encárgate de que no diga nada de lo que aquí paso y de que no se le vuelva acercar a Evangelina ¿Entendido?

El hombre asintió a todas mis órdenes. Y yo salí del lugar, llevaba la ropa cubierta de sangre. Maldita sea tenía el tiempo medido para llegar a mi apartamento. Darme una ducha e ir a encontrarme con mi padre. Había estado dejando mensajes de que tenía que ir hablar con él. ¿Qué querrá ahora?  

Buenas, aquí el otro capitulo. No salió algo retorcido Agust ¿No crees? igual se le ama ¿Quién mas lo ama? 

DIARIO DE UNA NINFOMANA (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora