DIARIO DE UNA NINFOMANA (En edición)

CAPITULO 44 TOCAME

EVANGELINA

Verlo entrar por esa puerta, fue como si el alma me regresara al cuerpo, como si mi cabeza supiera que estamos en un lugar seguro. Se ve algo cansado, con bolsas moradas en sus ojos, como si no durmiera en días, pero a pesar de todo no deja de verse hermoso, irresistible, Agust es de ese tipo de chico que tú piensas que es sacado de una historieta, como lo dije, el típico chico sacado de una historia de esas plataformas de lecturas, su belleza no parece de este mundo, puede estar vestido de cualquier forma y va a seguir viéndose hermoso. Sus ojos color miel, son los más hermosos y únicos en el mundo, su color es dulce, pero si los miras de cerca, en ellos no hay más que sadismo, maldad y perversión. Es como un ángel caído, capaz de hacerte tocar el cielo o llevar a que te diviertas en el mismo infierno. En cualquier lugar que visites con él, vas a ser feliz, porque tiene esa capacidad.

Escucharlo decir que primero tienen que matarlo a él, antes de que puedan tocarme a mí, hizo que mi tórax se comprimiera, tengo muchas sensaciones cada vez que lo veo o cada vez que tan solo logro escuchar que mencionen su nombre, es que ese chico de ojos miel, es mi adicción favorita, la que más he anhelado, la que más sumida me tiene, ni con mi adicción al sexo me había sentido así. Desesperada por tenerlo, por probarlo, estoy siendo dependiente sexual de él, y eso es lo que más me jode, porque no puedo y no quiero estar con más nadie que no sea él.

Me ha hecho tan adicta al sexo que me da, que ya no me imagino a otro hombre encima o debajo de mí, solo quiero que él me folle, solo quiero que él me bese, que él me acaricie.

Realmente estoy jodida, pero me niego aceptar los sentimientos, eso que está muerto para mí.

Juro por Dios que soy un desastre, porque cuanto más lo intento, más me arrepiento, yo soy mi peor enemigo, ahora mismo realmente odio ser yo. Sé lo que siento, pero me niego aceptarlo, por miedo a que vuelva a pasar lo de hace unos años, por entregarme tanto, es que estoy en este problema otra vez, así que, no, no puedo aceptarlo, no puedo caer más hondo en este maldito abismo.

-¿Te sientes mejor? – Su voz ¡Dios! Su voz hace que moje las bragas.

Tenerlo tan cerca, hace que mi cuerpo lo desee, hace que mis labios ansíen tocar los suyos.

Asiento, Trato de no mirarlo, pero mis ojos parecen que tuvieran vida propia, no puedo dejar de reparar lo hermoso que es, su rostro cincelado, su nariz respingada, sus carnosos labios, es como un maldito dios griego.

-Si quieres te regalo una foto mía y así la puedes ver todo el tiempo – Dice mientras toma asiento al lado mío – Asi la desgastas a ella y no a mí. Se vería bien en la mesita de noche al lado de tu cama. Con eso sería lo primero que ves al despertar y lo último que ves antes de ir a dormir.

Aclaro mi garganta. Lo dice tan serio, y es que él, esté serio o con una sonrisa no deja de destilar sensualidad.

-No te estaba mirando a ti – Me acomodo en el sofá – Estaba viendo que parece que llevabas días sin dormir.

Lo veo sonreír ¡Dios! Su sonrisa.

-Eso deja claro que si me estabas viendo a mí – Se gira a verme y comienza acercarse peligrosamente - ¿Tanto te gusto mi estrella?

Su maldito apodo me hace ponerme más caliente, llevo días sin sexo, porque mi gran puto cuerpo, solo lo desea a él.

-No – Digo. Ni yo misma me creo eso.

-¡Bien! Entonces deja de mirarme tanto – Sigue acercándose – Puede pasar a mayores si lo sigues haciendo.

Tenerlo tan cerca hace que mi cuerpo vibre, hace que la ansiedad por tenerlo se eleve a niveles cósmicos.