EVANGELINA
Me quedo observando a Agust mientras duerme profundamente a mi lado. Una de sus manos está aferrada a una de las mías, y la otra está como un grillete en mi cintura, siento que está incomodo en esa posición, pero por más que le insistí en que durmiera en el sofá de la habitación o en su casa se negó.
No quiso dejarme sola en ningún momento, y para ser sincera yo no queria que lo hiciera, no queria quedarme sola con mis pensamientos revoloteando en mi cabeza, no queria pensar en lo que hice, nunca antes había atentado contra mi vida, pero me sentía tan cansada, tan rota, que no pude resistir más.
-Si sigues mirándome así, vas a desgastarme, mujer – La voz rasposa y algo perezosa de Agust me llamó la atención.
-No te estaba mirando – Le digo y blanqueo mis ojos.
-Ujum – Poco a poco me deja ver esos potes de miel que tiene por ojos - ¿Cómo te sientes? ¿Necesitas algo?
-Necesito ir al baño – Le digo.
Lo veo asentir con la cabeza, se suelta y cuando se aleja siento un enorme vacío. Después de la confesión que me hizo hace unas horas, siento que ya no puedo vivir sin él, saber que hay alguien que me ama como soy, me da alegría, ese siempre había sido mi miedo, le tengo miedo a la soledad y al rechazo.
Lo veo tronarse los músculos y mirarme fijamente, no puedo descifrar su mira, es penetrante, oscura, algo inquietante. Me toma entre sus brazos.
-¡Ey! ¿Qué haces? – Chillo cuando me levanta de la cama.
-Dijiste que necesitas ir al baño – Se encoge de hombros – Estoy llevándote al baño.
-Puedo caminar ¿Lo sabes? – Me aferro a sus hombros, mientras lo veo tomar el suero y caminar.
-¡Pregúntame! – Me dice con voz pereza.
-¿Qué te pregunto? – Frunzo el ceño.
-Si me importa si puedes caminar – Me dice mirándome fijamente a los ojos, mientras camina – Simplemente te quiero llevar y ya está.
Al llegar me baja con sumo cuidado, como si temiera lastimarme, me sube la bata médica y me sienta.
-¿Te vas a quedar allí? – Le pregunto mientras estoy sentada en el inodoro.
-Si – Me dice despreocupado - ¿Algún problema? No hay nada que ya no haya visto y saboreado antes.
-Estoy haciendo mis necesidades – Digo desesperada – Necesito privacidad.
-Lastima – Responde – Eso es algo que ya no tienes...
-¡Agust! – Le ladro.
-¡Evangelina! – Me responde él, imitando mi tono.
-¡Pervertido!
Resoplo, es un caso perdido discutir con él, sé lo terco que es y no se va a ir. Termino de hacer mi necesidad y lo veo tomar entre sus manos papel higiénico.
-¡Ey! – Le digo cuando lo veo acercarse - ¿Qué piensas hacer?
-Limpiarte – Me dice como si nada - ¿Quedaste tonta y ciega?
-NO – Inquiero – No vas hacer eso. Puedo hacerlo sola ¡Agust! No estoy lisiada. Además, es asqueroso y no soy un bebé.
-En estos momentos tus opiniones me tienen sin cuidado, voy hacer lo que quiera y una de esas cosas es limpiarte. Te lo dije, si estas sucia yo te limpiaré.
Su mirada choca con la mía, los cabellos de mi nuca se erizan, mi corazón se acelera, queriendo salirse de mi caja torácica.
-No creí que fuera tan literal – Le digo.
ESTÁS LEYENDO
DIARIO DE UNA NINFOMANA (En edición)
RomansaEvangelina, es una mujer marcada por una sed insaciable, se adentra en un juego peligroso de encuentros y desencuentros. Cuando cree haber encontrado a su alma gemela en un hombre tan oscuro y apasionado como ella, se sumerge en una relación intensa...