CAPITULO 17 Esto será divertido

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AGUST 

Escuchaba a los mayores hablar de cosas triviales, y me sentía completamente aburrido. Eva se había ido al baño hacía unos veinte minutos. La ansiedad empezaba a crecer en mí. ¿Por qué se estaba demorando tanto? No podía evitar imaginarme lo peor: que había encontrado a algún imbécil con quien acostarse. Esa parte de ella me sacaba de quicio, me moría por exterminarla. Solo la quería para mí, y me llenaba de ira pensar en otro hombre poniéndole las manos encima.

Desde que era niño me había gustado y había estado perdidamente enamorado de ella, siempre ha sido una mujer hermosa. Me destrozó el hecho de que se acostara con mi padre, quise odiarla, pero mientras más sabia de ella, más sabia de sus gustos, de sus vicios, más me gustaba, me enloquecía poder tenerla para mí. Aunque el viejo Li, decía que la detestaba, sabía que era mentira, siempre cuidaba de ella. 

Por eso, nunca dejé de vigilarla. Quería esperar un poco más para poner en marcha mi plan, pero ya no podía aguantarlo. El destino jugó a mi favor aquel día. No esperaba encontrarme con ella en la calle, pero ahí estaba, justo después de haber hablado de ella con su padre. Fue como si el destino la hubiera puesto en mi camino. Cuando se acercó y me confundió con el tipo que estaba esperando, supe que ese era el momento. Me dio celos saber que esperaba a otro, pero lo disimulé. Le seguí el juego y, al final, la hice mía.

No fue como había imaginado. Estaba nervioso. Había soñado con ese momento tantas noches. Tantas sábanas mojadas al despertar, tantos deseos reprimidos. Me comporté como un novato. Aun así, a ella le gustó, y pidió volver a verme. Eso solo me enloqueció aún más.

—¿Agust? —Una voz comenzó a sentirse a lo lejos—. ¿Agust? ¿En qué tanto piensas?

La voz me sacó de mis pensamientos.

—¿Eh? —Me pasé las manos por la cara, tratando de despejar mi mente—. ¡Lo siento! Estaba un poco distraído.

El viejo Li me lanzó una sonrisa cansada.

—Me di cuenta —dijo, con una mezcla de ironía y preocupación en su tono. Se notaba que estaba ansioso—. Quería pedirte un favor... —Hizo una pausa, removiéndose incómodo en su asiento—. Si puedes ir a buscar a Eva. Hace buen rato que fue al baño y se está demorando más de lo normal, y... —Se interrumpió, como si estuviera luchando con sus propias sospechas—. No quiero que haga alguna locura, como está acostumbrada, y nos echen del restaurante.

—Li, no digas eso... —intervino la madre de Evangelina, mirándolo con vergüenza.

—Lo siento, vieja, pero sabemos cómo es... —respondió él, encogiéndose de hombros.

Yo esbocé una sonrisa tranquilizadora y me levanté del asiento.

—No se preocupe, con gusto la voy a buscar —respondí, tratando de sonar casual, aunque por dentro sentía un destello de emoción. Esta era la oportunidad que había estado esperando. Si lo hubiera sugerido yo antes, habrían pensado que era extraño, pero ahora... tenía la excusa perfecta.

Caminé por todo el lugar, llegué hasta un pasillo largo y con luces tenues, tenía una alfombra roja. Comencé a caminar. A lo lejos comencé a sentir algunas voces, unos jadeos suaves y el sonido de unos apasionados besos. Mi cuerpo se tensó. No podía ser ella, no podía serlo. La sangre comenzó a hervir entre mis venas, mataría a cualquier estúpido que la estuviera tocando, lo haría trisas. 

Comencé acelerar el paso, y los jadeos se hacían más fuerte a medida que me iba acercando. Divisé dos personas, un tipo delgado y alto, y una chica que rodeaba con sus piernas la cintura del imbécil. Empuñé mis manos, comencé a caminar lo más rápido que podía, tenía que llegar a donde se encontraba y matar a ese imbécil. Mi cuerpo bombeaba sangre por todo mi cuerpo que parecía lava, mi cuerpo era un volcán que iba hacer erupción. 

DIARIO DE UNA NINFOMANA (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora