Evangelina, es una mujer marcada por una sed insaciable, se adentra en un juego peligroso de encuentros y desencuentros. Cuando cree haber encontrado a su alma gemela en un hombre tan oscuro y apasionado como ella, se sumerge en una relación intensa...
—Sentémonos —dijo mi padre, mientras Agust se colocaba a mi lado, manteniendo una distancia considerable.
—¡Bueno, ya estamos todos! —anunció el padre de Agust—. Es hora de dar las noticias.
Fruncí el ceño, confundida. ¿Qué era eso que todos sabían menos yo? Mi madre apretó una de mis manos suavemente, como tratando de calmarme. El mesero llegó con una botella de vino.
—Bueno... —comenzó mi padre—. Todos saben que, a lo largo de estos años, ha habido situaciones que nos distanciaron. Darrend ha sido uno de mis mejores amigos y, en su momento, uno de mis mejores socios. —Le lanzó una mirada que reconocí de inmediato: una mezcla de traición y algo más oscuro. ¿Qué estaba tramando mi padre? —Pero es hora de olvidar todo aquello que una vez nos separó ¿No es así?
—Por eso estamos aquí reunidos —continuó el Sr. Darrend, tomando la palabra—. Mi hijo... mi único hijo, pronto tomará las riendas de la compañía. A pesar de su juventud, me ha demostrado que tiene la capacidad de hacerlo, y estoy orgulloso de ello.
Giré la cabeza para ver a Agust. Su rostro estaba imperturbable, sus ojos fríos, sin mostrar ninguna emoción. No podía descifrar su expresión, y eso me inquietaba. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al verlo observar a su padre de esa manera tan distante, y luego desviar la mirada hacia mi padre.
—Por eso, el Sr. Li y yo hemos decidido volver a ser socios —concluyó el Sr. Darrend.
—Agust se hará cargo de la Compañía Darrend, y mi hija, Evangelina Li, se hará cargo de Inmobiliarias Li —anunció mi padre con la misma naturalidad con la que hubiera hablado del clima. Casi me atraganto con esa noticia. La empresa de mi padre era un gigante en el campo de bienes raíces, un imperio construido durante décadas. ¿Estaba diciendo que ahora yo lo dirigiría? Había pasado toda mi vida preparándome para esto, pero cuando me echó de casa, sentí que ese peso se había desvanecido.
—¿Qué? —le pregunté, mirándolo con asombro.
—Lo que escuchaste, Eva. Es hora de que regreses a casa y tomes las riendas de la compañía. Ya me estoy haciendo viejo y es momento de ceder el poder —respondió, llevándose la copa de vino a los labios con tranquilidad.
—Pensé que... —iba a decir algo, pero me interrumpió.
—Sé que te dije que no te dejaría nada, pero ya me conoces. A veces digo cosas sin pensar cuando estoy molesto. La verdad es que eres mi única hija. ¿A quién más le dejaría todo mi imperio? Ya es hora de que dejes de hacer trabajos mediocres para ganarte la vida. Además, deberías pensar en conocer a alguien y casarte, ya casi tienes 30 años.
Respiré profundamente antes de responder.
—No estoy preparada aún... Llevo mucho tiempo alejada de la empresa. Además, apenas tengo 26. ¿Por qué debería pensar en casarme ahora? —traté de argumentar, pero me interrumpieron de nuevo.
—Para eso estoy yo aquí —dijo una voz letalmente sensual.
Abrí los ojos de par en par. Demasiadas noticias para una sola noche. Había venido a ser un adorno más de mi padre, nada más, y ahora todo parecía volverse del revés.
—El Sr. Li me ha pedido que te ayude con todos los temas relacionados con la empresa, así que yo seré quien te entrene en todo —continuó Agust, una sonrisa plana esbozándose en su rostro.
—Pero tienes 22 años, ¡solo eres un mocoso! ¿Qué podrías enseñarme? —repliqué, indignada.
—¡Evangelina, no seas grosera! —me reprendió mi padre, su voz firme—. Sigues siendo tan altanera como siempre...
—No te preocupes, Li. A Agust le gustan los retos, y sé que podrá con tu hija —intervino el padre de Agust, con una sonrisa que me hizo rodar los ojos en silencio.
—Puedo aprender sola —dije, tratando de escapar de esta pesadilla—. Si quieres que vuelva, al menos déjame hacer el trabajo. No necesito a ningún mocoso enseñándome nada.
—No. Agust estará contigo desde ahora —sentenció mi padre, sin espacio para discusión—. Te enseñará cómo se maneja todo en el campo de las inmobiliarias, y no se discute más. Confío en sus capacidades, por eso le pedí que te ayudara. —Su tono era autoritario, como siempre—. ¿Entendido, Evangelina?
Su voz me hizo temblar. Ese poder que mi padre tenía sobre mí siempre había sido abrumador, aplastante.
—Sí, padre —murmuré, casi para mí misma. Odiaba la influencia que aún tenía sobre mí. El día que me echó de casa fue uno de los más felices de mi vida; significaba libertad. Y la había tenido... hasta hoy.
De repente, sentí una mano posarse sobre mi pierna. El toque inesperado me hizo dar un pequeño brinco. Miré hacia abajo y lo vi: Agust, con esa mirada que siempre lograba desarmarme por completo. Sus ojos, llenos de malicia controlada, se clavaron en los míos mientras apretaba ligeramente su agarre.
—No se preocupe, Sr. Li —dijo con una seguridad que me crispaba—, haré de Eva la mujer que usted espera en los negocios. —Bajó la voz, su tono volviéndose apenas un susurro que solo yo podía oír—. Y la mujer sumisa que quiero en mi cama.
Iba a protestar, pero su mano ya había llegado a mi centro, haciendo que todo dentro de mi vibrara.
—Es mejor que no digas nada más, a menos que quieras que tú padre y tú madre se enteré que te follaste a su socio y al hijo de su socio —Mis ojos se abrieron ¿Cómo diablos sabia él eso? Cuando todo eso pasó recuerdo que la esposa de Darrend había dicho que solo ella y él lo sabía y mi padre dijo que solo él y mi madre estaban enterados.
¿Qué diablos era todo esto?
NOTA:
Hola lectores. Espero que les esté gustando la historia.
Deja en los comentarios ¿Quién crees que va a ser dominado Evangelina o Agust?
No se les olvide darle mucho amor a cada capitulo, voten, comenten mucho, me encanta leerlas.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.