EVANGELINA
Estaba un poco aburrida. No he podido sacarme de la cabeza aquel mocoso. Cierro los ojos y lo veo encima de mí, acariciándome el cuerpo con sus grandes manos, besándome la boca con sus carnosos labios. Entrando en mí una y otra vez de manera fuerte y salvaje. Una que otra noche mi cabeza reemplaza aquellas malditas pesadillas, con sueños húmedos con Agust. Es que es un sexy demonio, esos que sientes que puede llevarte al cielo y al infierno si así lo quiere, te da vida, pero tambien te la puede quitar. Su mirada me desnuda cada vez que lo veo, su voz me excita y hace que lo que hay entre mis piernas palpite. Me vuelvo un rio cada vez que lo siento cerca.
Muchas dirán que estoy loca, que con mis 26 años y con todos los hombres que me he follado, no puedo obsesionarme con uno de 22. Pero no es la edad, es lo que me hace sentir cada vez que estoy entre sus brazos, cada vez que me folla de esa manera como si yo fuera una droga para él. Y es que para ser sincera, él se ha convertido en mi adicción favorita. Es aquella droga que pruebas y no puedas dejar, sabes que hay otras, que pueden hacerte sentir igual o mejor, pero tú le tomas apego solo a esa. Asi que cada vez que te dan por lo menos un poco de ella la disfrutas como si hubieras estado en abstinencia mucho tiempo.
-¿Qué haces? – La voz de Alexa me saca de aquellos pensamientos.
No sé por cuanto he estado en la misma posición. Mi cuerpo vibra, un fuego se me encendió en cada punta de los senos, mis pezones están tan duros que podrían llegar a romper mi blusa, mi entre pierna gotea, me siento tan húmeda. Es increíble, que con tan solo traerlo a mi mente me ponga de esta manera.
-¡Tienes que despertar! – Alexa me mueve – Llevo hablándote como hace media hora. Debes cambiarte, vamos a los carnavales. Hoy se celebran y quiero ir a embriagarme y follarme con algún tipo cualquiera.
-Yo tambien quiero eso.
No sé si eso sea verdad, últimamente no logro que nadie me haga sentir complacida.
-¿En serio? – Me dice arrastrando sus palabras y con un tono incrédulo – Puedo ver desde aquí que ya estas húmeda y eso solo lo ha estado causando un chico de ojos color miel y pito grande.
-Él no tiene nada que ver.
Me levanto y caminó hacia el baño. Puedo notar por encima de mi hombro que me ve con una sonrisa divertida. Esa que suele darme cuando sabe que le estoy mintiendo solo por no aceptar lo que es evidente. Me tomó mi tiempo en el baño. Necesito saciarme antes de comenzar la noche, debo tocarme porque si no está calentura me va a matar. Paso mis manos por todo mi cuerpo, hago todo el preámbulo. El ritual que siempre hago. Tocarme los pechos, pellizcarlo y manosearlos hasta que me duela, bajó la mano a mi centro, y comienzo a frotar mi clítoris. Meto un dedo, y luego otro, y luego otro. Comienzo a follarme yo misma con mi propia mano. Cierro los ojos, para sentir más las caricias que me estoy dando. Pero como si fuera una total maldición esos malditos ojos miel aparecen en mi cabeza, dándome esa mirada que me calienta, mostrándome ese falo erecto que me pone a salivar.
Mi mano sigue en mi centro, sigo follándome con ella, mientras en mi mente imagino que todo esto lo está haciendo aquel chico. Cuando estoy a punto de llegar a mi orgasmo mi mente me juega una mala pasada.
-No puedes llegarte mi estrella, solo yo puedo darte el placer que necesitas.
Abro los ojos de inmediato, no pude llegar a mi tan aclamado orgasmo - ¿Acaso me ha hecho un amarre? – Si, tiene que ser eso. ¿Cómo es posible que ni yo misma pueda darme los orgasmos que tanto me gusta?
-¿Qué tanto haces en el puto baño? – La voz de Alexa se escucha del otro lado de la puerta – Déjate de masturbar y sal de ahí. Vamos en busca de algún hombre que te folle y te haga olvidar a ese maldito mocoso.
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DIARIO DE UNA NINFOMANA (En edición)
RomanceEvangelina, es una mujer marcada por una sed insaciable, se adentra en un juego peligroso de encuentros y desencuentros. Cuando cree haber encontrado a su alma gemela en un hombre tan oscuro y apasionado como ella, se sumerge en una relación intensa...