iv. (don't) stay with us

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iv. (no) te quedes con nosotros

En muy poco tiempo, la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras se convirtió en la favorita de la mayoría

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En muy poco tiempo, la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras se convirtió en la favorita de la mayoría. Sólo Draco Malfoy y su banda de Slytherin criticaban a Remus:

—Mira cómo lleva la túnica —solía decir Malfoy murmurando alto cuando pasaba el profesor—. Viste como nuestro antiguo elfo doméstico.

Alyssane se había ganado un castigo de dos semanas limpiando la sala de trofeos cuando conjuró "expulso" hacia Malfoy e hizo que el rubio tirara la mitad de las cosas que habían en la mesa de Slytherin.

A demás, a nadie le interesaba que la túnica del profesor Lupin estuviera remendada y raída. Sus siguientes clases fueron tan interesantes como la primera. Después de los boggarts estudiaron a los gorros rojos, unas criaturas pequeñas y desagradables, parecidas a los duendes, que se escondían en cualquier sitio en el que hubiera habido derramamiento de sangre, en las mazmorras de los castillos o en los agujeros de las bombas de los campos de batalla, para dar una paliza a los que se extraviaban. De los gorros rojos pasaron a los kappas, unos repugnantes moradores del agua que parecían monos con escamas y con dedos palmeados, y que disfrutaban estrangulando a los ignorantes que cruzaban sus estanques.

Margaery habría querido que sus otras clases fueran igual de entretenidas. La peor de todas era Pociones. Snape estaba aquellos días especialmente propenso a la revancha y todos sabían por qué. La historia del boggart que había adoptado la forma de Snape y el modo en que lo había dejado Neville, con el atuendo de su abuela, se había extendido por todo el colegio. Snape no lo encontraba divertido. A la primera mención del profesor Lupin, aparecía en sus ojos una expresión amenazadora. A Neville lo acosaba más que nunca.

Margaery no era la mayor fan de la clase de Adivinación. Pero no podía decir que la aborrecía. Simplemente había algo en la profesora que le decía que algo iba a estar mal, por más que unos cuantos de la clase la trataran con un respeto que rayaba en la reverencia. Parvati Patil y Lavender Brown habían adoptado la costumbre de rondar la sala de la torre de la profesora Trelawney a la hora de la comida, y siempre regresaban con un aire de superioridad que resultaba enojoso, como si supieran cosas que los demás ignoraban. E inclusive habían comenzado a hablarle a los mellizos en susurros, como si uno de ellos caería muerto en ese preciso instante.

La que sí odiaba con todo su corazón era Runas Antiguas, por más de haberse instruido en más de tres idiomas, las runas nunca habían sido su fuerte y eso lo estaba comprobando. El celta, el punto fuerte de Margaery, se le estaba confundiendo con las complicadas escrituras vikingas, además la parecida, pero no igual, gramática del drílico. Sumado a las molestas interrupciones de Hermione, en las cuáles fallaba un sesenta por ciento de las veces. Y sin olvidar, la cantidad de deberes que les dejaba la profesora Babbling.

A comienzos de octubre, sin embargo, hubo otra cosa que la mantuvo ocupada, algo tan divertido que compensaba la insatisfacción de algunas clases. Se aproximaba la temporada de quidditch y Cedric Diggory capitán del equipo de Hufflepuff, convocó una reunión un viernes por la tarde para discutir las tácticas de la nueva temporada.

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