xxxix. we'll be alright

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xxxix. estaremos bien

Si de algo estaba segura Margaery, era que no estaba segura de nada

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Si de algo estaba segura Margaery, era que no estaba segura de nada.

Ella había vuelto de la muerte. Alastor Moody no era Alastor Moody sino un mortífago infiltrado llamado Barty Crouch. Voldemort había regresado. El trono de su hermana había sido usurpado, como el de Francia. Y que ahora el rey de Inglaterra estaba muerto.

Lo único que sabía Margaery era que era una genio. O algo parecido. Sus hipótesis sobre Moody y su verdadera identidad habían sido reales. Ella había tenido la razón todo el tiempo.

—Minerva, ¿te podrías quedar vigilándolo mientras subo con Harry?

—Desde luego —respondió ella.

Daba la impresión de que sentía náuseas, como si acabara de ver vomitar a alguien. Sin embargo, cuando sacó la varita y apuntó con ella a Barty Crouch, su mano estaba completamente firme.

—Severus, por favor, dile a la señora Pomfrey que venga —indicó Dumbledore—. Hay que llevar a Alastor Moody a la enfermería. Luego baja a los terrenos, busca a Cornelius Fudge y tráelo acá. Supongo que querrá oír personalmente a Crouch. Si quiere algo de mí, dile que estaré en la enfermería dentro de media hora.

Snape asintió en silencio y salió del despacho.

—Harry... Margaery... —llamó Dumbledore con suavidad.

Margaery se levantó y volvió a tambalearse. También se dio cuenta de que temblaba. Entre Dumbledore y Harry la ayudaron a salir al oscuro corredor.

—Antes que nada, quiero que vengan a mi despacho —le dijo en voz baja, mientras se encaminaban hacia el pasadizo—. Sirius nos está esperando allí. Igual que su tía, su hermana y su prima.

Pero Margaery recordó algo mucho más importante. Algo que nació a raíz de ver al pasado... ¿o era al futuro? No estaba segura, las secuelas de su conversación con Morgana aún la atormentaban.

—Mamá... —susurró Margaery—. Profesor Dumbledore... Sé que suena ilógico porque ni yo lo creo, pero...

—Señorita Potter —la paró Dumbledore—. No entiendo la naturaleza de su regreso, aunque dudo que alguna vez estuvo muerta, pero le agradecería que me lo explicara en la oficina.

Margaery asintió con la cabeza. La invadían una especie de aturdimiento y una sensación de total irrealidad, pero no hizo caso: estaba contenta de encontrarse así. No quería pensar en nada de lo que había sucedido después de tocar la Copa de los tres magos. No quería repasar los recuerdos, demasiado frescos y tan claros como si
fueran fotografías, que cruzaban por su mente.

Llegaron ante la gárgola de piedra. Dumbledore pronunció la contraseña, se hizo a un lado, y él y Harry y Margaery subieron por la escalera de caracol móvil hasta la puerta de roble. Dumbledore la abrió.

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