lx. mastermind

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lx. mente maestra

—A ver, recuerdo que puse que Liechtenstein era el país en contra Pierre Bonaccord, ¿cierto?

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—A ver, recuerdo que puse que Liechtenstein era el país en contra Pierre Bonaccord, ¿cierto?

—Correcto —asintió Ginny.

Estaban en un aula vacía repasando las preguntas de sus exámenes. Colette estaba recostada con la cabeza en la falda de Margaery, Angelica estaba caminando en círculos, Elizabeth había  traído a Ginny Weasley y Luna Lovegood que estaban corrigiendo a las tres chicas que tomaban los TIMOS.

—Carajo —insultó Colette—. Yo puse que era Mónaco.

—¿No era Luxemburgo? —saltó Margaery, alarmada.

—Ni siquiera están cerca —señaló Ginny.

—Pero los nombres se parecen —contradijo Margaery.

—Ni tanto...

—¡Que sí! La l y son nombres rar... ¿Quién carajo está pensando tan alto? —se interrumpió a si misma.

Últimamente había aceptado que, solo en ocasiones extrañas, podía hacer uso de ese poder extraño que parecía haber salido de la nada. Morgana le había dicho, antes de que Electra irrumpiera en la habitación, que iba a ser algo que evolucionaría de a poco hasta que sea suficientemente fuerte como para que Margaery tenga que empezar a controlarlo. Claro que no podía usarlo a su conveniencia porque sino hubiera tenido todo perfecto en los exámenes, pero solía ser muy útil si quería reírse un poco.

—No puedes subirle el volumen a la voz de tu cabeza. Creeme que lo he intentado —comentó Luna como quien no quiere la cosa.

—SI PIENSAS QUE VOY A HACER COMO QUE NO HE VISTO NADA...

—¡Sirius te dijo que lo más importante era que aprendieras a cerrar tu mente!

—PUES MIRA, SEGURO QUE OPINARÍA OTRA COSA SI SUPIERA LO QUE ACABO DE...

Margaery abrió la puerta. Había concluido que no eran pensamientos lo que escuchaba pero voces. Para ser específicos; de Harry y Catherine.

—¡Hola! —saludó Margaery, vacilante—. ¿Por qué gritabas?

—No es asunto tuyo —contestó Harry con aspereza.

Margaery arqueó las cejas.

—No tienes por qué emplear ese tono conmigo —repuso fríamente—. Sólo quería saber si podía ayudar en algo.

—Pues no, no puedes —le espetó Harry.

—Eres bastante maleducado, ¿sabes? —comentó Luna con serenidad.

Harry soltó una palabrota y se dio la vuelta.

—Espera —saltó de pronto Hermione—. Espera... Harry, ellas pueden ayudarte. Escuchad —dijo ella con urgencia—, Harry, tenemos que saber si es verdad que Sirius ha salido del cuartel general.

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