lxxv. the half-blood princess

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lxxv. la princesa mestiza

Al día siguiente, cuando Electra y Margaery bajaron a desayunar, la castaña aprovechó para preguntarle a su amiga sobre el aparente distanciamiento entre Angelica y Margaery

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Al día siguiente, cuando Electra y Margaery bajaron a desayunar, la castaña aprovechó para preguntarle a su amiga sobre el aparente distanciamiento entre Angelica y Margaery. La bretona le resumió todo, en voz baja y omitiendo ciertos detalles como que, por ejemplo, Angelica tenía razón al estar enojada con ella.

—Pues que estupidez —dijo Electra—. Nunca harías algo así

—Exacto —convino Margaery, aunque no insistió porque había demasiada gente que intentaba escuchar su conversación o simplemente la observaba y cuchicheaba con los demás.

—¿Nunca te han dicho que señalar con el dedo es de mala educación? —le espetó Electra a un alumno bajito de quinto cuando los tres amigos se pusieron en la cola para salir por el hueco del retrato.

El chico, que estaba murmurándole algo a un amigo, se ruborizó y, con el susto, tropezó y se cayó por el hueco. 

—Me encanta ser alumno de sexto. Además, este año tendremos un montón de tiempo libre, horas enteras sin clases que podremos pasar aquí sentados, descansando.

—Necesitaremos ese tiempo para estudiar —le recordó Margaery mientras echaban a andar por el pasillo.

—Ya, pero hoy no. Lo de hoy va a ser pan comido.

—Oye —dijo Margaery, con desgana, y le interceptó el paso a un alumno de cuarto que llevaba un disco verde lima en la mano—. Los discos voladores con colmillos están prohibidos, dámelo ahora mismo —le ordenó.

El chico puso mala cara pero le entregó el disco, que no paraba de gruñir. Una vez se hubo perdido de vista, Electra le arrebató el disco a Margaery y dijo:

—¡Qué bien! Siempre quise tener uno de éstos.

El techo del Gran Comedor mostraba un cielo sereno y azul surcado de algunas tenues y frágiles nubes, igual que los trozos de cielo que se veían por las altas ventanas con parteluces.

Después de desayunar, se quedaron sentadas en el banco esperando que la profesora Sprout abandonara la mesa de los profesores. Ese año la distribución de los horarios era más complicada de lo habitual, porque previamente la profesora tenía que confirmar que todo el mundo había obtenido las notas necesarias en los TIMOS para continuar con los ÉXTASIS elegidos.

—Bueno, Potter... —comenzó la profesora, consultando sus anotaciones y volviéndose hacia Margaery—. Encantamientos, Defensa Contra las Artes Oscuras, Herbología, Runas Antiguas, Transformaciones... todo correcto. Y ahora dime, ¿por qué no has solicitado continuar estudiando Pociones? Creía que tu gran ambición era trabajar en el Senado. En el trabajo de campo es muy requerido Pociones.

—Lo era, pero usted me dijo que tenía que sacar un extraordinario en el TIMO, profesora.

—Ya, pero eso era cuando el profesor Snape daba la asignatura. En cambio, el profesor Slughorn no tiene inconveniente en aceptar alumnos que obtienen simples supera las expectativas en el TIMO. ¿Quieres seguir estudiando Pociones?

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