xx. light and darkness

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xx. luz y oscuridad

Margaery se había sentido pocas veces tan excluida como en ese momento

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Margaery se había sentido pocas veces tan excluida como en ese momento. O bueno. Mejor dicho, estúpida.

Le habían dado a decidir y habia echado su decisión por la borda. Su tía Margaery le habia hecho elegir entre si quería ir al mundial o no. Margaery contesto automáticamente que sí, pero claro; no podía ser todo tan fácil. Para ir tenían que ir con los Weasley, dado que la Pendragon mayor se quedaría sin entrada. Alyssane y Margaery descartaron esa opción al instante. La otra posibilidad era que Alyssane no fuera, pero Margaery sabia como de aficionada era su hermana al quidditch, por lo que esa opción quedaba afuera. Y ni hablar de que Harry faltara, lo que hacía que la opción más lógica sea que Margaery no fuera.

Y así fue. Ella se quedaría en el castillo mientras sus adorados hermanos iban al Mundial de Quidditch, la única pasión que compartían los tres. Margery decidió no darle tanta importancia, aunque muy en el fondo de su corazón sabía que se arrepentiría. Después de todo, no era la primera vez que pasaba.

Margaery intentaba mirarle el lado bueno: sin supervisión, podía hacer lo que ella quisiera dado que ya había rendido en  el Senado y, a no ser que hubiese reprobado, tenía tiempo libre. O en realidad, lo que quisiera dentro de sus límites, que no eran muy amplios. Dentro de esos límites, entraba bajar a la ciudadela y visitar a alguna de sus amigas; por ejemplo, Angelica Knight, a la única que podía considerar realmente su amiga. Y, aprovechando el momento, contarle ciertas cosas

Bajó por las escaleras de la ciudadela, lo suficientemente encapuchada como para que nadie la viera, y luego de un rato dobló por una de las calles hacia la parte noble. Angelica y su parte de la familia tenían cierto estatus social en Camelot, aunque no llegaban a ser parte del círculo social cercano a la familia real, por lo tanto, no tenían gran influencia.

Una vez que estuvo delante de la casa, Margaery tocó la puerta, rogando de que hubiera alguien y que no hubiera caminado todo ese trayecto para nada. Al parecer los dioses estaban de buen humor y escucharon sus plegarias porque la puerta de la casa fue abierta dejando ver a una simpática jovencita de cabello moreno tras la puerta.

—¡Margery! —saludo Angelica, abrazándola—. Pensé que estabas en los mundiales, ¿Qué fue lo que pasó?

—Decidí no ir —se apresuró a responder—. ¿Cómo estás?

—Decir muy bien sería mentir, ¿y tú? —respondió, sincera—. Ven, pasa —Margaery pasó, murmurando un pequeño "con permiso"—. Mi padre y mi tío están redactando un informe sobre noseque cosa, así que nos han pedido a mí, a mis hermanas y a mis primos guardar silencio.

—¿Primos? —preguntó Margaery con curiosidad—. ¿Tienes primos?

—Por desgracia, sí. Uno me cae bien, el otro es un idiota. Aunque claro, como es tan "culto y elocuente", según mi padre, no puedo discutir con el porque va terminar aplastándome en un "tris tras" —la última expresión hizo que Margaery riera—. Lo siento, es una expresión que aprendí de ellos.

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