lxxxvi. o' children

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lxxxvi. oh, niños

—¡Tía Mary! ¿Podemos ir a ver las flores de más allá?

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—¡Tía Mary! ¿Podemos ir a ver las flores de más allá?

Margaery sentía algo parecido a alivio cada vez que escuchaba la aniñada voz de Leia Pendragon llamarla tía. De hecho, cada vez que simplemente la escuchaba o la veía bien su corazón se contentaba.

—Por supuesto, preciosa —respondió Margaery, dejando que la niña la guíe hasta la parte del jardín al que quería ir.

Sin otros parientes de corta edad, Margaery tenía poca experiencia con niños, pero la hizo sentir especial el modo en que se había arrimado a ella, aquella manita fría que presionaba con confianza la suya.

Leia tenía de Edward solo los ojos verdes que, de hecho, podían también ser los de Alessia. Tenía los ojos de ambos, le gustaba pensar a Margaery, verdes resplandecientes, y el cabello rojo brillante de Alessia. Aun así, podría haber pasado por la hija de Alexander perfectamente.

Alexander había escapado y ni la lady Yvette ni Alessia parecían saber adónde habían ido. "Mejor así", pensó Margaery, "mejor que esté alejado de Leia y de Alessia". Pero ese pensamiento fue cambiado rápidamente al escuchar las cosas que la pequeña Leia le contaba sobre, el que ella creía era su padre. Incluso, una de las primeras noches, Leia había buscado a Margaery porque "extrañaba a su papá y ella le hacía acordar a él".

Alexander Pendragon y Margaery Potter eran dos de las personas más opuestas que se podían encontrar en los Cuatro Reinos. No había nada de similitud entre ellos. Alexander era pelirrojo y de ojos verdes mientras que Margaery tenía el cabello azabache y sus ojos eran azules.

—Quizás lo estás viendo por el lado físico y no el sentimental —dijo Aemon I.

A aquel rey lo habían llamado por muchos apodos. El usurpador, el indigno, el indeseado. Pero Margaery estaba bastante segura de que aquel rey era de todo excepto un rey que anhelaba por el trono.

—¿Tu quieres ser reina, Margaery? —le preguntó.

—No... —había susurrado la princesa.

—¿Y qué pasaría si te obligan a serlo? 

Margaery se quedó en silencio. ¿Estaba insinuando que Alexander había sido obligado a tomar el trono? Recordó cuando el pelirrojo había sacado a Alessia de Hogwarts para llevarla a Camelot... Se veía preocupado, angustiado... Pero aún así había ido directo hacia sus padres.

—Algunos no tenemos opción —dijo Aemon, mirándola severamente.

—¡Tía Margaery, mira! —Leia le señaló a una flor. Una rosa almizcleña.

—Cuidado, princesa —le advirtió Margaery—. Tienen espinas y te puedes pin... —Muy tarde. La niña ya se había pinchado con la punta de una de las espinas y sus ojos comenzaban a anegarse de lágrimas—. Ay, no... No llores, mi pequeña paloma, no llores...

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