Su primer día en el trabajo estaba a punto de comenzar y Hannibal se levantó más temprano de lo habitual para completar sus tareas diarias. Una vez terminadas sus clases matutinas, se arregló el cabello con esmero y se aseguró de que su ropa estuviera perfectamente planchada.
Se miró una última vez en el espejo, perfeccionando su imagen. Lucía un elegante chaleco ajustado que combinaba a la perfección con unos shorts largos confeccionados en una fina y exquisita tela. Las calcetas cubrían parte de sus pantorrillas, añadiendo un toque distintivo a su atuendo. Completando su vestimenta, llevaba una corbata a juego y unos zapatos de vestir pulcros y bien lustrados. Desde su llegada a Francia, había adoptado este estilo de vestir y la única variante era el color y el patrón de su ropa.
Una vez listo, salió de la habitación seguro de si mismo. Como era de esperar, Lady Murasaki lo estaba esperando.
—¿Vas a algún lado, Hannibal? —preguntó con curiosidad.
El niño asintió, decidido a dejar de huir de su tía. Sabía que ella estaba preocupada por él y ahora que podía hablar, era hora de enfrentarla.
—Siento haberme escapado todos estos días, tía —dijo con firmeza—. Lamento cualquier problema que haya causado. Estaba pasando por una etapa difícil. De ahora en adelante, te informaré cuando salga de casa.
Murasaki tenía una piel muy blanca, pero incluso así, fue muy notorio su repentina palidez al escuchar la voz de Hannibal. Sus ojos se abrieron de par en par y su boca se abrió y cerró varias veces, como un pez en busca de aire
—¿Acabas de hablar? —balbuceó en japones, la sorpresa la hizo hablar en su idioma natal.
Hannibal asintió, con una ligera sonrisa en los labios.
—Creo que era hora de hacerlo.
Esta vez, fue la mujer quien perdió la capacidad de formar oraciones y comenzó a balbucear.
—¿Cómo? Tu…
Hannibal suspiró con impaciencia, mirando el reloj en su muñeca.
—Por mucho que me gustaría conversar, tía, necesito salir. ¿Puedo hacerlo? —La mujer, todavía aturdida, asintió—. Gracias. Además, ¿sería posible recibir un adelanto de mi mesada semanal? Parece que me la gasté todo el martes.
Miles de pensamientos parecieron cruzar por la mente de Murasaki. Parecía estar en estado de shock, sin saber muy bien qué hacer.
—¿Gastaste... Todo tu dinero en un solo día? Es demasiado dinero para un solo día
—No te preocupes, tía. Puedo asegurarte que fue invertido de buena manera —dijo sonriendo mientras recordaba los eventos que lo llevaron a gastar todo su dinero.
Cuando llegó a la casa de Will, Hannibal tocó la puerta con una mano mientras con la otra sostenía el paquete que acababa de adquirir, un regalo especial para el pequeño.
—¿Will? Soy Hannibal, ¿Podrías abrir la puerta? Estoy aquí para cuidarte —anunció con suavidad, esperando que Will lo reconociera.
El señor Graham le había proporcionado por teléfono toda la información necesaria. Debido a que tenía que irse temprano, dejaría a Will sólo durante una hora hasta que Hannibal llegara para cuidarlo. El señor Graham regresaría hasta las seis de la tarde por lo que Hannibal estaría casi todo el día con el niño.
Había recibido la dirección exacta de la casa, la misma donde había ingresado la mujer que lo guió hasta allí. Al parecer, ella era la antigua niñera de Will.
El día en que habló por primera vez con Will, el niño había escapado de la vigilancia de la niñera. La mujer, una vez que se dio cuenta de que había perdido a Will, se marchó sin querer hacerse responsable por la desaparición del niño. Según los rumores de una vecina entrometida, la mujer había huido a casa de su hermana para evitar enfrentar las consecuencias de su negligencia. Si hubiera vigilado a Will adecuadamente, el infante nunca habría salido de la casa. Este pensamiento enfureció a Hannibal, pues gracias a esa despreciable mujer, Will podría haber perdido la vida.
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Promesa Eterna
FanfictionHannibal Lecter es un niño que perdió todo lo que le importaba a una corta edad. Mientras intenta reconstruir su vida y atormentado por los fantasmas del pasado, es cautivado por un curioso infante. Will Graham acaba de mudarse a Francia con su pad...