Hannibal había intentado desesperadamente comunicarse con Will en numerosas ocasiones: había realizado un total de 37 llamadas telefónicas, enviado 476 mensajes de texto y visitado su casa en 18 ocasiones durante cuatro largos días. Sin embargo, todo sus esfuerzos parecían en vano, ya que Will lo ignoraba por completo.
Gracias a eso, el Destripador de Chesapeake había cobrado la vida de seis personas. La frustración y el enojo de Hannibal crecían con cada día que pasaba sin noticias de Will, y la cacería de personas groseras se convirtió en su única vía de escape.
A pesar de comprender que Will tenía sus motivos para ignorarlo, Hannibal no podía evitar sentirse molesto y herido ante la indiferencia de su chico. Estaba dispuesto a arrodillarse si eso era lo que Will deseaba, pero el chico no le daba la oportunidad de demostrar su valía y lo arrepentido que estaba. La ausencia de Will dejaba un vacío abrumador en su vida, y cada intento de contacto fallido aumentaba su sensación de desesperación.
Y como si esa carga emocional no fuera suficiente, un perro viejo apareció de la nada en su casa, colándose en el jardín trasero de Hannibal a través de un hueco en la cerca que Max había hecho.
El animal parecía haber elegido el momento perfecto para hacer su entrada, justo el día siguiente en que Will comenzó a ignorarlo.
Cada vez que Hannibal veía al perro, no podía evitar recordar al chico.
Seguramente Will habría estado fascinado al ver al perro, sus ojos brillando con emoción mientras chillaba de alegría al descubrir al nuevo visitante. No habría tardado en pedir a Hannibal que lo adoptara. Max también habría estado feliz; era bastante amigable con otros perros.
En ese escenario idealizado, Hannibal habría intentado encontrar la manera de convencer a Will de que no podían permitirse tener otro perro en su hogar. Sin embargo, ahora, si Will le pidiera que adoptara quince perros, Hannibal lo aceptaría sin dudarlo, dispuesto a cualquier cosa con tal de recuperar la atención y el afecto de su Will.
La sensación de soledad era abrumadora. No podía soportar estar lejos de Will ni un minuto más. Sabía que las palabras por sí solas no serían suficientes para que Will lo perdonara, así que estaba dispuesto a comprar su perdón de cualquier manera posible.
Hannibal abrió la puerta del jardín trasero, observando cómo su visitante canino se escabullía ágilmente por el hoyo en la cerca en busca de comida. La escena se repetía una vez más, y Hannibal, como en las ocasiones anteriores, le dio un poco de comida, aunque su gesto era más de obligación que de deseo.
El perro, mostrando una confianza sorprendente en Hannibal, no dudó en seguirlo al interior de la casa, sus patas resonando en el piso con un sonido reconfortante
Hannibal no pudo evitar encontrar el sonido entrañable. Desde que Max se fue con Will, la casa se sentía aún más sola que antes. Aunque no quería admitirlo, había extrañado el sonido de las patas resonando por los pasillos y habitaciones.
Después de darle de comer al perro, Hannibal se acercó para acariciarlo. El perro respondió con un suave movimiento de cola y buscó más caricias con ansias, como si anhelara el afecto que tanto tiempo había estado sin recibir.
Hannibal le ofreció un par de galletas para perros como un gesto adicional de bienvenida. Una vez que el animal pareció sentirse cómodo en su nuevo entorno, Hannibal lo guió escaleras arriba hacia el baño.
Bañarlo resultó ser una tarea desafiante. El perro parecía pensar que estaban jugando y no dejaba de moverse y sacudirse mientras Hannibal intentaba lavarlo. El hombre quedó completamente mojado y con olor a perro, mientras su invitado escapaba del baño aún mojado, dejando un rastro de agua por todo el suelo.

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Promesa Eterna
FanfictionHannibal Lecter es un niño que perdió todo lo que le importaba a una corta edad. Mientras intenta reconstruir su vida y atormentado por los fantasmas del pasado, es cautivado por un curioso infante. Will Graham acaba de mudarse a Francia con su pad...