Aniversario

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Will 20 años, Hannibal 30 años



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Hannibal se puso sus mejores galas. Su cabello perfectamente peinado, sin ningún pelo fuera de lugar. Su traje, hecho a medida, se ajustaba a la perfección, resaltando su figura elegante y sofisticada.

Repasó su aspecto más de diez veces en los últimos cinco minutos, revisando cada detalle hasta estar completamente satisfecho, obsesionado con verse bien ante su amado. 

Antes de salir de casa para encontrarse con Will, le dio a Max una galleta casera para perros y algunas caricias , asegurándole que volvería pronto. Se detuvo frente al espejo una vez más, admirando su reflejo con una sonrisa satisfecha antes de salir de casa.

Aunque Hannibal y Will ya habían compartido numerosas citas, esta ocasión era diferente. Era el aniversario de su primer beso, un momento que para Hannibal había sido el inicio de su relación. Aunque era probable que Will ni siquiera recordara la fecha, para él era simplemente otra noche, otra cita con Hannibal.

A pesar de eso, Hannibal no podía evitar sentir un cálido cosquilleo de anticipación mientras se dirigía hacia su encuentro con Will, porque para él seguía siendo una fecha importante. 

Tenía aniversarios para casi todo con Will: el día en que se conocieron, la primera vez que se tomaron de la mano e incluso la única vez que compartieron una intimidad más profunda. 

Ese día en particular había sido extraordinario. Se habían acercado más que nunca, dejándose llevar por el placer. Hannibal recordaba vívidamente cada momento de esa experiencia, cada beso, cada roce, como si fuera una obra de arte perfectamente esculpida en su memoria. 

Fue la primera y única vez que experimentaron esa clase de intimidad, Will no estaba preparado para repetirla o avanzar más en esa dirección.

El chico había creído estar listo para la cercanía emocional y física que Hannibal ofrecía, pero se encontró abrumado por las sensaciones y emociones que lo inundaron después de su encuentro. Aquellos momentos de éxtasis habían sido seguidos por una avalancha de confusión y vulnerabilidad que lo dejaron sintiéndose expuesto. No estaba listo para enfrentarse nuevamente a esa intensidad emocional, y no habían vuelto a hacer algo parecido. 

Hannibal lo entendía; incluso él había sido reacio al contacto humano en su juventud. Aquel tiempo en el que perdió a Mischa lo afectó más de lo que estaba dispuesto a admitir. Solo fue cuando se mudó a Baltimore que decidió que el contacto físico era necesario, aunque solo lo utilizó como una herramienta para manipular a los demás.

Era un hombre paciente, dispuesto a esperar el momento adecuado para que Will estuviera listo para dar el siguiente paso en su relación, siempre actuando como el perfecto caballero, incluso si ese momento nunca llegaba.

Para celebrar la ocasión especial, Hannibal había elegido ir a un restaurante, a pesar de su desdén general por este tipo de establecimientos. Decidió que valía la pena probar el restaurante recomendado por Bedelia, confiando en su juicio y queriendo hacer de la noche algo memorable para él y Will.

Cuando llegó a recoger a Will a su departamento, lo encontró luchando con una corbata, intentando hacer el nudo. Hannibal bajó del auto y se acercó a él, saludándolo con un beso en los labios y ofreciéndole ayuda para ajustar la corbata.

—Te ves radiante esta noche, querido —comentó Hannibal con una sonrisa.

Will estaba vestido con uno de los trajes que Hannibal le había regalado en su cumpleaños: un elegante traje azul marino que resaltaba su figura esbelta. Su barba de varios días y sus rizos, siempre rebeldes, se movían libremente alrededor de su rostro, añadiendo un toque de encanto desaliñado a su apariencia. 

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