Hannibal había acumulado una lista de atrocidades a lo largo de su vida: manipulaciones, asesinatos, desmembramientos, mutilaciones y múltiples actos de canibalismo. Sin embargo, incluso para él, lo que estaba experimentando en ese momento parecía una cruel tortura que no merecía.
—Así fue mi graduación de la escuela básica , mamá dijo que una nueva etapa me esperaba a partir de entonces…
La señora Campbell, con su mirada perdida en el pasado, comenzó a desahogarse sobre la infidelidad de su esposo apenas irrumpió en la oficina de Hannibal tres horas atrás. Sin embargo, lo que comenzó como un relato sobre los agravios de su relación pronto se convirtió en una travesía por los rincones más oscuros de su vida.
Y cada vez que Hannibal sugirió posponer el tema para la próxima consulta, la mujer accedía a marcharse, aunque no sin antes dejar una sutil advertencia sobre sus intenciones de quitarse la vida, pues la idea de regresar a su casa vacía era insoportable.
Aunque intentaba mantener la compostura, la frustración crecía dentro de él con cada minuto que pasaba escuchando el relato interminable de la mujer.
Hannibal se preguntaba cuándo sería el momento adecuado para presentarle su factura, porque, por supuesto, planeaba cobrarle. Ya nada podría devolverle el tiempo que desperdició escuchando sus quejas interminables, y él estaba decidido a que no saliera de esa conversación sin pagar un precio por ello.
A medida que la idea de asesinar a la mujer para terminar con su tormento mental comenzaba a germinar en su mente, el sonido del teléfono interrumpió sus pensamientos.
Con un suspiro de alivio disimulado, Hannibal se levantó de su silla, ansioso por escapar del aburrido relato.
Ni siquiera se fijó en quién era antes de atender la llamada. Un silencio denso y desconcertante reinaba al otro lado del teléfono.
—Ayúdame… Hanni…
La voz, apenas un susurro, perforó el pecho de Hannibal, alertándolo de inmediato. Reconocería esa voz en cualquier lugar.
—¿Will? ¿Eres tú?
Escuchó un sollozo como respuesta, un lamento angustiado que le heló la sangre.
—Sé que no debí… pero lo hice y no sé cuándo todo se salió de control… —confesó Will, su voz temblorosa y llena de desesperación.
—Will, cálmate. Respira —instó Hannibal con voz suave, sintiendo el dolor en cada sollozo entrecortado de Will al otro lado de la línea—. Dime qué sucede. +
—Lo siento, sé que dije que no vendría pero… Matthew insistió en que viniera a la fiesta y antes de darme cuenta, ya estaba aquí. Me invitaron varios tragos y ahora me siento horrible, nunca me había sentido tan mal, tengo miedo
Por un lado, Hannibal estaba molesto al escuchar que Will había ido a la fiesta. Sin embargo, al oír la voz temblorosa de Will y su admisión abierta de miedo, cualquier atisbo de enojo se desvaneció al instante. Algo apretó el corazón de Hannibal, como si una daga le hubiera atravesado el pecho.
Escuchó a Will vomitar, mientras intentaba ahogar sus sollozos, y un sentimiento de impotencia se apoderó de Hannibal. Cada segundo que pasaba sin poder ayudar a Will parecía una eternidad, y la idea de que estuviera sufriendo solo era insoportable.
—¿Dónde estás? —preguntó Hannibal con urgencia
Will dio la ubicación de la casa. Hannibal identificó de inmediato el área. Estaba a veinte minutos de allí, pero si aceleraba, podría llegar en diez.
—No te muevas, voy por ti —prometió Hannibal, con la certeza de tener a Will a salvo en sus brazos lo más pronto posible.
Hannibal colgó el teléfono antes de tomar las llaves de su coche y dirigirse a la puerta, dejando a la mujer en la habitación con una mirada atónita y preocupada.

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Promesa Eterna
FanfictionHannibal Lecter es un niño que perdió todo lo que le importaba a una corta edad. Mientras intenta reconstruir su vida y atormentado por los fantasmas del pasado, es cautivado por un curioso infante. Will Graham acaba de mudarse a Francia con su pad...