Fiesta de cumpleaños

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—¡Will!

El grito de su padre resonó por toda la casa, interrumpiendo a Will mientras hacía su tarea de matemáticas. 

La puerta se abrió con brusquedad, y su padre entró, el ceño fruncido y una hoja de papel en sus manos temblorosas, demostrando su evidente irritación.

—¿Mandaste otra carta a la policía? —inquirió su padre con voz severa.

—No… —balbuceó Will, su voz apenas audible ante la presión, evitando el contacto visual y jugando con sus dedos.

—Will —demandó su padre.

—Solo trataba de ayudar —se justificó, sintiendo un nudo en la garganta

—¿Llamándolos idiotas en cada oración?

—No tendría que hacerlo si hicieran su trabajo —la respuesta escapó de los labios de Will con un rastro de frustración, el ceño fruncido en un gesto de disgusto.

Un suspiro pesado escapó de los labios de su padre, su rostro reflejando una mezcla de cansancio y preocupación.

—Te contestaron. Dicen que dejes de enviar cartas —informó su padre con voz cansada, mostrando la hoja en su mano

—¡Pero están haciendo todo mal! ¡Leí el periódico, la persona que atraparon no era el homicida! 

La indignación resonaba en la voz de Will, sus ojos reflejando una mezcla de incredulidad y desesperación.

—Will, por favor. Ellos son profesionales, saben lo que hacen 

—No, no lo saben —refunfuñó Will, cruzándose de brazos

Quería que las autoridades hicieran bien su trabajo. Sabía que el verdadero criminal seguía suelto, acechando en las sombras, y se sentía impotente ante la incapacidad de las autoridades para capturarlo antes de que atacara de nuevo.

—Fue bastante tierno al principio, ver cómo te emocionabas y comenzabas a escribirles cartas. Pero después de la número veinticinco, hasta yo comencé a molestarme —admitió su padre—. Deja de enviarles cartas. Si se enteran de que eres un niño, vendrán personalmente a hablar conmigo.

Will refunfuñó en voz baja, testarudo, sin mostrar signos de que dejaría de enviarles esas cartas donde les decía lo incompetentes que eran.

Su padre le sirvió un tazón de cereal, quizás como un intento de calmar la tensión, y Will lo aceptó de mala gana, jugueteando con los trozos de cereal sin mucho interés.

—Compré refrescos y pediré pizza para mañana, ¿hay algo más que quieras? —preguntó su padre, tratando de cambiar el tema para aligerar la atmósfera.

—No quiero la fiesta. Solo seremos dos invitados

Su padre había insistido en que tuviera una fiesta de cumpleaños, nunca había tenido una antes, con sus amigos. Sin embargo, para él, más que una fiesta, sería solo una reunión. Will había invitado a solo dos personas: Matthew y Hannibal.

—Will, necesitas una fiesta. Nunca has tenido una. Creo que te hará bien, incluso si solo son dos invitados, pueden interactuar y quizás hasta se lleven bien —insistió su padre.

—Estoy bastante seguro de que se odian

Hannibal y Matthew apenas habían interactuado una vez, y el encuentro había sido un desastre. A pesar de no conocerse realmente, no se llevaban bien. Hannibal desaprobaba la amistad de Will con Matthew, y Matthew, a su vez, desaprobaba la presencia de Hannibal. 

La idea de reunirlos en un espacio cerrado generaba una sensación de inminente conflicto, sin embargo, ambos habían prometido comportarse, aunque era evidente que ninguno de los dos estaba contento con la situación.

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