Hannibal Lecter era un prodigio. Desde muy joven, se había destacado por su inteligencia y habilidades excepcionales. La noticia de que podría graduarse a los dieciocho años, solo reforzó lo que todos ya sabían: el futuro de Hannibal era increíblemente prometedor.
Hannibal había planeado aplicar a una escuela de medicina, donde se graduaria con honores. Y en ese futuro brillante, tenía la intención de tener a Will a su lado, compartiendo cada logro y éxito en su camino.
En una mañana tranquila, Hannibal aún estaba durmiendo cuando fue despertado por un estruendoso sollozo que resonó por toda la casa. Los sollozos eran acompañados por fuertes golpes en la puerta principal. Confundido y somnoliento, Hannibal se incorporó en la cama, tratando de entender lo que estaba sucediendo.
Los golpes en la puerta cesaron, pero los sollozos continuaron. Hannibal, con la mente aún nublada por el sueño, se levantó de la cama y se cubrió con una fina bata de seda negra antes de bajar las escaleras. Al llegar a la planta baja, se encontró con una de las empleadas de limpieza, quien ya estaba arreglada para el día.
—Joven Lecter —murmuró la mujer al verlo
Detrás de ella, emergió una pequeña figura de rizos despeinados y ojos llorosos. El niño se acercó corriendo hacia Hannibal, su pequeño puño aferrándose a la tela de su bata.
—¿Will? —exclamó Hannibal, sorprendido por la inesperada visita del niño.
—La señorita Murasaki y el señor Lecter no se encuentran en casa. Así que no creo que haya problema con que esté aquí tan temprano —dijo la mujer, tratando de tranquilizar cualquier inquietud que Hannibal pudiera tener por la presencia de Will.
Hannibal agradeció a la mujer y esperó a que se retirara antes de concentrarse en Will. Con cuidado, lo levantó en sus brazos, el niño comenzaba a pesar y aunque Hannibal era más fuerte que antes, notaba el peso extra en Will.
Will se aferró a él como si temiera dejarlo ir, y Hannibal lo sostuvo con ternura, acunándolo contra su pecho.
—Mielas, ¿que pasa?
Will balbuceó algo incomprensible antes de explotar en un nuevo episodio de llanto. Hannibal guió a Will hacia la cocina y lo sentó en un taburete alto. Con una servilleta, comenzó a limpiar las lágrimas y los mocos del rostro del niño, manteniendo su expresión tranquila y paciente.
—Will, necesito que te calmes y me digas qué es lo que está pasando —susurró Hannibal con voz calmada y tranquila.
Mientras limpiaba el rostro de Will, Hannibal mantuvo una mano en su espalda, ofreciéndole apoyo físico y emocional mientras esperaba a que el niño pudiera comunicar lo que le estaba molestando.
Aunque Will no vivía del todo lejos de Hannibal, sí era un largo recorrido para un niño pequeño, por lo que Hannibal intuía que lo que estaba afectando a Will debía ser muy importante.
Los ojos de Will estaban rojos de tanto llorar mientras se restregaba los ojos con las manos. Soltó un suspiro tembloroso y levantó la mirada hacia Hannibal. La expresión en su rostro reflejaba una mezcla de dolor y necesidad, y Hannibal sintió un nudo en el estómago ante la visión del niño.
—Papá... Papá... —susurró Will, pronunciando las palabras con dificultad.
—¿Qué pasa con él? ¿Le sucedió algo? —preguntó Hannibal con voz apremiante, considerando diversas posibilidades.
Will negó con la cabeza.
—Papá ha estado muy triste estos días —confesó Will, su voz apenas un susurro—. Decía que no sabía qué hacer. Pero hoy despertó muy feliz y me dijo que había renunciado a su trabajo y que íbamos a regresar a casa.
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Promesa Eterna
FanfictionHannibal Lecter es un niño que perdió todo lo que le importaba a una corta edad. Mientras intenta reconstruir su vida y atormentado por los fantasmas del pasado, es cautivado por un curioso infante. Will Graham acaba de mudarse a Francia con su pad...