Will estaba en el bosque, el frío acariciaba su piel desnuda mientras avanzaba por un sendero que serpenteaba junto a un río.
Detuvo sus pasos al divisar una criatura llamativa: un ciervo pequeño bebiendo del río. El animal era una visión excepcional, su pelaje completamente negro se entremezclaba con plumas oscuras que se extendían desde su cuello. Las majestuosas astas del ciervo, imponentes y afiladas como navajas, eran una peculiaridad única.
Cuando Will se acercó, la criatura volteó hacia él con sus ojos oscuros, haciendo que Will retrocediera instintivamente, sobrecogido por la imponente presencia del ciervo
El ciervo lo observó durante un breve instante, parpadeando perezosamente, antes de girarse y alejarse con calma.
—¡Espera! —exclamó Will, tratando de seguirlo.
En el momento en que se aproximó, el ciervo se volteó, visiblemente molesto. Bufó varias veces antes de bajar la cabeza, sus grandes astas apuntando hacia Will, y embistió contra él.
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Will se despertó sobresaltado, empapado en sudor y una sensación de terror aferrándose a su mente, como si las puntas afiladas de los cuernos del ciervo aún se clavaran en su piel. Se agarró con fuerza el pecho y el estómago, como si quisiera protegerse de un peligro invisible. Al frotarse los ojos con las manos, trató de apartar la persistente sensación de miedo que lo envolvía, mientras limpiaba las lágrimas que no llegaron a derramarse.
Palmeó a su alrededor en la enorme y cómoda cama, pero no encontró a Max a su lado. ¿Dónde estaba? Aunque la casa de Hannibal le agradaba, las noches se tornaban inquietantes, sintiéndose incómodo al despertar solo en un lugar desconocido en vez de en su habitación de siempre. Necesitaba a su perro
Will se arremangó la camisa prestada por Hannibal y ajustó el dobladillo de los pantalones antes de tomar la linterna que había tomado prestada de entre las pertenencias de Hannibal. Después de calzarse los zapatos, salió de la habitación, abriendo la puerta y asomándose al pasillo. La oscuridad envolvía el enorme pasillo, Will no le temía a la oscuridad, no era un niño miedoso, sino a lo que podría esconder.
Avanzó por el pasillo en busca de Max, sus pasos resonaban en el silencio de la casa. Contempló la idea de descender al primer piso, pero antes de bajar las escaleras, vio que había luz proveniente de la cocina. Se agachó, ¿Hannibal estaba despierto? ¿O tal vez era un intruso? Los ruidos extraños que llegaban a sus oídos eran difíciles de comprender.
Al intentar bajar el primer escalón, su pie resbaló, causando un estruendo al caer de espaldas al suelo.
Los ruidos cesaron y una figura imponente emergió de la cocina.
Will se aferró a los barrotes de la barandilla de la escalera, observando la figura que se recortaba a contraluz.
—¿Hannibal? —llamó, su voz temblorosa.
No podía ver su rostro ya que la luz proveniente de la cocina solo iluminaba su espalda. Lograba distinguir vagamente un delantal manchado con algo negro y unas manos completamente negras en contraste con la piel visible de sus brazos desnudos.
—Sí, soy yo —respondió Hannibal, y Will reconoció al instante su voz, aunque no podía distinguir su rostro.
—¿Qué estás haciendo? —pregunto el niño, algo inquieto.
—Mis disculpas si te he despertado. Durante las noches, suelo ocuparme de preparar la carne que utilizaré al día siguiente. Es un proceso meticuloso y lleva su tiempo —explicó Hannibal, limpiándose las manos en el delantal manchado.
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Promesa Eterna
FanfictionHannibal Lecter es un niño que perdió todo lo que le importaba a una corta edad. Mientras intenta reconstruir su vida y atormentado por los fantasmas del pasado, es cautivado por un curioso infante. Will Graham acaba de mudarse a Francia con su pad...