El turno de Will terminó. Dejó sus pertenencias en su casillero de la estación de policía y pasó una mano por su cabello alborotado. Había pasado todo el día entre montañas de papeleo y estaba exhausto, pero afortunadamente su turno terminó antes de tiempo.
Tomó su mochila y sacó el envase de comida que Hannibal le había preparado para el almuerzo. Dentro encontró dos ciabattas cortadas por la mitad, rellenas de carne y verduras, acompañadas de una pequeña ensalada. El aspecto era tan tentador que su boca comenzó a salivar, el delicioso aroma que emanaba del envase avivó aún más su apetito, y su estómago respondió con un sonoro rugido de hambre
Se apresuró a dar el primer bocado, el pan, horneado por las hábiles manos de Hannibal, se deshizo en su boca. Las verduras, aún crujientes y frescas, aportaban un contraste delicioso con la jugosa y exquisita carne. Will casi dejó escapar un gemido de placer. Esa era la mejor parte de su día: comer.
Aunque habría deseado disfrutar de esa delicia antes, las exigencias del trabajo lo habían pospuesto.
Había tenido un breve receso para comer, pero no lo ocupo; no le gustaba comer en la cafetería de la estación de policía. Siempre se sentía incómodo con las miradas curiosas y los comentarios de sus compañeros que deseaban una porción de su comida, casi suplicando que compartiera. Nunca cedió a sus peticiones; y siempre terminaban mirando a Will, esperando en vano que cambiara de opinión, mientras ellos se conformaban con sus simples sándwiches o platos de pasta fría.
Por eso, decidió esperar hasta que la hora de la comida hubiera terminado para disfrutar de su almuerzo en paz. Hannibal había cocinado para él, así que no tenía intención de compartirlo con nadie.
—¡Hey, Will! Los chicos y yo iremos a tomar algo, ¿quieres venir? —dijo una compañera de trabajo entrando a la habitación, ella se había encargado de instruirlo
Patrullaban juntos a veces pero seguía siendo solo una conocida para Will.
—No, tengo planes —respondió Will antes de dar un mordisco a su ciabatta. En realidad, no tenía ningún plan; simplemente no quería salir con ellos. Las reuniones sociales no eran su fuerte.
—Quizás otro día —dijo ella, visiblemente desanimada.
—Sí… Tal vez —respondió Will, sintiéndose un poco incómodo.
Ella sonrió y se acercó, viendo su comida con curiosidad.
—Wow, eso se ve delicioso. ¿Lo preparaste tú? —preguntó, aunque parecía saber la respuesta de antemano.
Will no respondió, prefiriendo concentrarse en su comida. No quería entablar una conversación, y mucho menos sobre su almuerzo.
La mujer miró a su alrededor, asegurándose de que no hubiera nadie cerca antes de acercarse demasiado a Will, quien instintivamente se inclinó hacia atrás, tratando de mantener la distancia.
—He querido preguntarte algo desde hace un tiempo —dijo la chica—. Es sobre ese tipo trajeado que a veces viene.
"Tipo trajeado". Hannibal.
—Uh… Sí, ¿qué pasa con él?
Ella sonrió con malicia.
—Viene mucho a la estación a verte. Él es quien te prepara el almuerzo, ¿verdad? Siempre lo veo entregándote una lonchera.
Hannibal solía llevarle el almuerzo; la estación de policía quedaba cerca de su oficina, así que pasaba a dejarlo antes de dirigirse a su trabajo.
—¿Algún problema con eso? —preguntó Will a la defensiva
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Promesa Eterna
FanfictionHannibal Lecter es un niño que perdió todo lo que le importaba a una corta edad. Mientras intenta reconstruir su vida y atormentado por los fantasmas del pasado, es cautivado por un curioso infante. Will Graham acaba de mudarse a Francia con su pad...