Supermercado

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En su prisa por salir, Will olvidó su chamarra en casa, y dado que era una tarde fría, Hannibal le prestó su abrigo. El abrigo le quedaba largo a Will, Hannibal no pudo evitar encontrarlo adorable con esa prenda que lo hacía parecer aún más pequeño y vulnerable.

—Pensé que íbamos a ir... ¿no sé, a Walmart? —preguntó Will, notando el edificio frente a ellos, una estructura sin rótulos conspicuos que indicaran ser un supermercado. Ni siquiera mostraba letras grandes y ostentosas con el nombre del establecimiento

El lugar al que Hannibal lo llevó no era un supermercado común y corriente. Estaba ubicado en una zona adinerada, y solo vendía productos de primera calidad. El lugar tenía una estética elegante, más cercana a una boutique refinada que a un supermercado común. Los pasillos estaban decorados con luces tenues y los estantes exhibían productos de marcas exclusivas y lujosas. Era un lugar inusualmente sofisticado para comprar comestibles.

Will escudriñaba todo a su alrededor mientras Hannibal tomaba uno de los carritos del supermercado. El guardia de la entrada saludó amigablemente a Hannibal, quien frecuentaba el lugar tan seguido que conocía prácticamente a todos los empleados

—Pensé que querrías quedarte en casa después de todo lo que pasó hoy. ¿Por qué tenías tanto interés en venir? —cuestionó Hannibal, empujando el carrito por los pasillos del supermercado.

—No quería estar solo —susurró Will, apenas audible—. Y mi papá no me deja ir a hacer las compras con él. Debo haber estado solo en un supermercado como cuatro veces en toda mi vida. 

—¿Por qué?

Will desvió la mirada, avergonzado

—Tenía tendencia a perderme y empezar a gritar o llorar. No podia pensar con claridad Papá las llamaba “crisis” —explico Will, jugando con sus dedos—. Hacía mucho ruido, había mucha gente, no podía soportarlo. Pero esta vez me comportaré bien, ¡lo prometo!

Hannibal asintió con seriedad. Su interés por la mente humana lo había llevado a leer varios libros y asistir a clases relacionadas con la psiquiatría, incluso consideraba hacerla su especialidad. Había leído sobre el autismo para poder ayudar a Will cuando fuera necesario. Así que comprendió que sus “crisis” estaban vinculadas a su hipersensibilidad.

—Está bastante bien, Will. No me importa si tienes una crisis, solo me preocupa tu salud y seguridad.

—¿Prometes no ponerme en el carrito? —preguntó Will, frunciendo el ceño

—¿A qué te refieres?

—Después de perderme por segunda vez, papá me puso en el carrito para que no me perdiera, me paseo por todo el supermercado, fue horrible  —explicó Will, visiblemente preocupado por revivir esa situación.

—No puedo prometer eso, creo que sería encantador ver esa imagen —respondió Hannibal con una sonrisa burlona, haciendo una broma que parecía inquietar aún más a Will.

—¡No lo hagas!

Hannibal simplemente sonrió, tarareando para sí mismo.  

Su primera parada fue la zona de condimentos, Hannibal seleccionó algunos envases con especias que necesitaba antes de dirigirse hacia la sección de carnicería en busca de carne de cerdo estándar. Había permitido a Will elegir lo que quisiera, y el niño, emocionado, había optado por chocolates cargados de azúcar y colorantes artificiales, además de unas cuantas bolsas de frituras que encontró en la sección de productos importados.

—No creo que tanta azúcar sea conveniente para ti, ¿por qué no eliges algo más saludable? Hay varios dulces que no tienen tanto azúcar —sugirió Hannibal, observando cómo Will colocaba sus golosinas en el carrito.

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