La mujer parpadeó un par de veces, su cabeza palpitando como si la hubieran golpeado repetidamente. Mareada y con náuseas, intentó moverse, pero descubrió que no podía, no porque sus extremidades estuvieran restringidas, sino porque su cuerpo simplemente no respondía a sus órdenes. Ninguna parte de su cuerpo, excepto sus párpados, parecía obedecerla. Entro en pánico.
Una luz brillante iluminó su entorno, cegándola momentáneamente.
-Buenas noches, señorita Williams
Isabel se sobresaltó ante la voz profunda y acentuada
-No se moleste en intentar moverse. Está completamente drogada. Aunque no pueda mover ni un dedo, le aseguro que puede sentir todo. Es un sedante bastante maravilloso.
Hannibal se colocó unos guantes quirúrgicos, ajustando su traje plástico que protegía su impecable vestimenta. Había sido una reciente adquisición que demostraba ser bastante útil a la hora de mantener sus trajes inmaculados.
-Puede hablar, aunque puede costarle un poco -informó, pasando la mano por los instrumentos quirúrgicos ordenados con precisión en la mesa a su lado-. Le pido que no se moleste en gritar. Este es un lugar insonorizado. Puede gritar hasta desgarrarse la garganta y nadie la escuchará, excepto yo. Y debo decirle que me veré obligado a hacer algo al respecto.
Una lágrima resbaló por la mejilla de la mujer.
-¿Por qué yo? -logró decir, con los labios temblorosos.
-Ha sido sumamente grosera, señorita Williams -respondió Hannibal con calma-. He oído que ha sido una muy mala maestra. Es muy ruda con niños que apenas están en primaria, en especial con aquellos más vulnerables
Hannibal suspiró.
-Eso no es cierto, yo amo mi trabajo
-No quiero mentiras, señorita Williams -suspiró Hannibal-. Su vida ni siquiera es trágica para justificar su grosería. La única hija de la directora de la escuela, controlada desde niña, dirigida y educada para ser igual que su madre. No le permitió ir a la universidad, diciendo que usted será la futura directora, y mientras tanto, trabaja en la escuela primaria, donde su madre puede controlarla. Y se desquita con los niños que no tienen quien los defienda, niños con padres ausentes.
Las lágrimas siguieron cayendo por las mejillas de la mujer.
-Will Graham -ronroneó Hannibal-. He oído que no le recibe sus tareas, se burla de él, lo ha empujado en más de una ocasión, incluso tirándolo al suelo, y lo insulta cuando usted cree que no lo escucha.
-Yo no... -intentó defenderse, pero su voz temblorosa no sonaba convincente.
-Meterse con un niño que ni siquiera ha alcanzado la adolescencia es bastante mezquino -dijo con rabia-. Lo eligió como su objetivo porque sabía que su padre no lo defendería. Lamentablemente para usted, Will ahora tiene a alguien que lo protege.
Hannibal agarró un bisturí y pasó su dedo por la parte no filosa.
-Por favor, lo siento. No era mi intención.
-Le dije que no quería mentiras -recordó Hannibal-. Solo lo siente porque está atada a una mesa, indefensa y vulnerable, a merced de alguien que usted clasificará próximamente como su futuro asesino.
La mujer sollozó.
-Me pregunto si su corazón es igual de oscuro que su personalidad. Quiero averiguarlo.
Hannibal selló la boca de la mujer con cinta antes de ponerse el cubrebocas, iniciando la cirugía.
Los quejidos y sollozos silenciosos de la mujer, sus intentos de grito, resonaron por todo el sótano y solo se apagaron cuando Hannibal tuvo su corazón en la mano. Alargó la cirugía durante una hora completa, tomando anotaciones de vez en cuando acerca de la anatomía del tórax.
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Promesa Eterna
FanfictionHannibal Lecter es un niño que perdió todo lo que le importaba a una corta edad. Mientras intenta reconstruir su vida y atormentado por los fantasmas del pasado, es cautivado por un curioso infante. Will Graham acaba de mudarse a Francia con su pad...