Fiebre

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Al terminar la última cucharada de arroz, Will se relamió los labios y levantó su plato vacío. 

—¡Esto es delicioso! ¡Más, por favor!

Hannibal sonrió, satisfecho de sí mismo, antes de tomar el plato.

—Tienes un buen apetito, Will. Eso es bueno.

Habían pasado tres semanas desde que Hannibal comenzó a cocinar para Will. Al principio, el padre del niño se mostró reacio, no quería que Hannibal asumiera más responsabilidades, pero finalmente aceptó y Will estuvo encantado desde el primer momento que probó su comida.

Hannibal había practicado bastante, pero como siempre, todo lo que se proponía hacer le salía bien desde el primer intento. Aun así, cuando regresaba a casa, se tomaba un tiempo para leer literatura clásica y después practicaba distintos platillos con la guía de Lady Murasaki.

Will era bastante quisquilloso con la comida, pero generalmente se lo comía todo, excepto las verduras, y luego se quejaba. No le gustaba la comida demasiado crujiente ni demasiado blanda, y tenía una especial aversión a los pimientos.

Hannibal había cautivado el paladar de Will con la cocina criolla típica de Luisiana, de donde era Will. Los sabores familiares despertaban aún más el apetito del niño.

Con una cuchara larga, Hannibal revolvió el contenido de una olla antes de servir otra generosa porción de gumbo para Will. Anteriormente, había preparado el plato utilizando salchicha ahumada como proteína, pero esta vez utilizó camarones y fue aún más exitoso que la primera vez.

Le entregó a Will su tercer plato y comenzó a comer de inmediato, como si no hubiera comido en días. 

—Recuerda dejar espacio para el postre —indicó Hannibal, regresando a la cocina para servirse otra porción él también.

Hannibal podía escuchar el sonido de la televisión de fondo, así como el tintineo de los cubiertos de Will chocando contra el plato. El aire estaba impregnado del olor de la comida casera. Era una domesticidad a la que Hannibal se había acostumbrado en el último mes.

Hannibal se sentó frente a Will y comenzó a comer su propia porción de gumbo. Disfrutaba de la mezcla de sabores y texturas, saboreando cada bocado con deleite. La cocina se había convertido en su refugio, su forma de expresión y cuidado hacia Will.

A medida que comían, Will intercalaba pequeños comentarios entre bocado y bocado, expresando su satisfacción con la comida, lo cual llenaba de felicidad a Hannibal. 

Justo cuando Hannibal iba a saborear otra cucharada de comida, una canción infantil cantada por una dulce voz de niña atravesó sus oídos. Fue un sonido horrible y cruel.

Hannibal se paralizó por completo, se levantó bruscamente y se dirigió directamente hacia el televisor, de donde provenía el sonido.

En la televisión, se mostraban varios niños jugando mientras cantaban una canción infantil. Era la canción favorita de Mischa.

Los recuerdos bombardearon a Hannibal. Recordaba a su hermana cantando esa canción, incluso él mismo se la cantaba en ocasiones. La última vez que escuchó esa canción fue de boca de uno de los horribles asesinos de Mischa. No podía recordar nada después de eso. No encontraba a Mischa en ningún recuerdo después de oír la grasosa voz del hombre canturreando hacia Mischa para atraerla.

El dolor por la muerte de su hermana aún hervía a fuego lento en su alma, pero su ira había sido calmada por Will. Esta vez, resurgió como un volcán en erupción

Desde que perdió a Mischa, Hannibal había estado planeando una forma de encontrar a los hombres responsables de su muerte, en especial al líder que ideó el cruel destino de su hermana. Necesitaba venganza, necesitaba liberar toda la rabia que sentía hacia esos hombres. Debía matarlos. Iba a hacer que se arrepintieran por haberle quitado a Mischa.

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